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martes, 14 de julio de 2009

Concepto y tipos de Diversidad.

Diversidad: Cualidad de las cosas que implica heterogeneidad. Se refiera a las distintas formas de ser o existir que puede lograr una realidad cualquiera.

1.- Diversidad biológica: Rasgo de los seres vivos que representa una riqueza ecológica de especies y de formas de adaptación necesarias, para el mantenimiento y mejoramiento de la vida animal y vegetal.

2.- Diversidad Étnica: Se manifiesta en las diferencias de los rasgos físicos y determinados por el origen de cada uno, que puede ser indígena, mestizo, afro-americano, europeo, etc.

3.- Diversidad Religiosa: Se presenta a través de la práctica de distintas religiones, aunque la religión que más se practica en Chile es la católica.

4.- Diversidad Cultural: Se manifiesta en la diferencia de costumbres y tradiciones, que se distingue especialmente de acuerdo a las regiones del país.

5.- Diversidad Política: Se traduce cuando las personas se identifican con la postura de algún partido u organización política.

6.- Diversidad Social: Rasgo constitutivo de la realidad socialque otorga a la humanidad un sinnùmero de expresiones y maticesen torno a los modos de ser, de convivir, de pensar y de hacer.


Diversidad Interindividual:

Expresa los rasgos comunes que proporciona el sexo, la cultura de género, la lengua materna, los aprendizajes compartidos en la etapa de la Educación Obligatoria y que imprime una cierta homogeneidad en los valores, pensamientos y conducta intergrupal, tomando en cuenta, que cada persona, con su propia manera de ser o idiosincrasia se desarrolla y desenvuelve en un determinado contexto social, familiar y escolar, en que en determinados momentos tiende a perder su propia individualidad e intraindividualidad, ya que nuestra forma de ser, nuestras cualidades no son estáticas, sino cambian a lo largo de la vida y según distintas circunstancias. (Gimeno)

Según Diez y Huete, la diversidad inherente al ser humano se manifiesta a través de varios factores que pueden agruparse en tres bloques que son:

A.- Los factores físicos: En ellos se encuentra la diversidad de sexo bajo su dimensión biológica que asume que el funcionamiento de cada sexo es diferente; psicológica que atribuye a los distintos sexos diferente evolución de ritmos de desarrollo y sociológicamente atribuye determinados roles a cada uno de los sexos, (ejemplo: la creencia de que las niñas son más disciplinadas y estudiosas que los niños)

B.- Factores socioculturales: relativos a la diferente procedencia social, cultural, geográfica de las familias que puede generar diversidad en el aula, puesto que presentan diferentes costumbres, sistema de valores, diferentes religiones, hábitos, creencias, idiomas. El nivel socioeconómico familiar (profesión de los padres, nivel de estudios), puede producir diferencias de valores, riqueza de vocabulario y expresión, nivel de relación de acceso a experiencias y vivencias, hábitos extraescolares.
C.- Factores académicos: hacen referencia a una serie de elementos que pueden ser:

a) la capacidad de aprendizaje, entendida como una capacidad permeable a las experiencias educativas.

b) los conocimientos previos de los alumnos pueden ser diferentes a pesar de haber recibido las mismas enseñanzas y estar escolarizados en el mismo curso; por esto podemos inferir que, no todos los alumnos de un aula tienen que realizar los mismos aprendizajes escolares al mismo tiempo y se han de respetar los distintos ritmos de aprendizaje.

c) la motivación constituye uno de los factores que genera mayor diversidad, especialmente en los cursos superiores y está en estrecha relación con la historia y los fracasos de los alumnos, y la forma de presentación de los contenidos académicos con mayor o menor lógica y funcionalidad.
“La atención a la diversidad radica en todas las características de los alumnos y establecer un proceso de enseñanza aprendizaje personalizado; su significación plena va unida a una educación de actitudes y valores, puesto que “ La diversidad es una característica inherente a la naturaleza humana y una posibilidad para la mejora y el enriquecimiento de las condiciones y relaciones sociales y culturales entre las personas y entre los grupos sociales”. ( Jimenez y Vilá)



Derecho a la Educación

La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño tiene una propuesta muy clara en torno a la educación, en ella se establece que:
1).-La educación es un derecho de todos los niños
2).-El acceso a este derecho debe estar eximido de discriminación e inspirado en la igualdad de oportunidades
3).-Se debe garantizar al interior del sistema escolar un trato compatible con la dignidad humana
4).-La educación se orientará por objetivos de calidad, que desarrollen al máximo las capacidades del niño, preparándole para la vida adulta.
5).-La educación debe realizarse en medio de una convivencia respetuosa de los derechos humanos, la libertad, justicia, respeto y la promoción de la participación de niños y adolescentes en los asuntos de su interés.

En síntesis, la escuela debe ser un instrumento para la igualdad de oportunidades para todos, además de un espacio de integración social, donde se conoce, comparte y convive con personas provenientes de otros grupos sociales, y se aprende a respetar y valorar al diferente. Se busca la mayor calidad educativa para todos, para lograr su plena participación e integración social y productiva en el mundo adulto. Nada puede ser más perjudicial para la formación de nuestros hijos que educarlos en una escuela que no da cabida, ni tolera la diversidad en su interior. La escuela debe ser el espacio privilegiado, en que todos aprendemos a convivir con los otros, y en que cada uno tiene la oportunidad de desarrollar al máximo sus capacidades de aprendizaje.


Derecho a la Educación, la No Discriminación y la Participación.

Otro aspecto a considerar es que la Convención de los Derechos del Niño en su artículo 2 deja en claro que los niños no deben ser objeto de ningún tipo de discriminación. Esto no significa tratar a todas las personas de la misma manera, sino, por el contrario, ofrecer las ayudas y oportunidades que cada persona necesita de acuerdo a sus características y necesidades individuales.
Por lo tanto, implica que los sistemas educativos han de proveer los recursos humanos, materiales y financieros necesarios para que los alumnos con necesidades educativas especiales cuenten con las ayudas necesarias que faciliten su proceso de aprendizaje y su autonomía personal. En este sentido, la igualdad de oportunidades no hay que entenderla sólo en relación con el acceso a la educación sino también con el derecho a una educación de igual calidad.

La misma Convención en su artículo 23 apunta específicamente a los niños con discapacidad, señalando: ..que los Estados Partes reconocen que el niño mental o físicamente impedido, deberá disfrutar de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su dignidad, permitiendo llegar a bastarse por sí mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad". En el ámbito educativo este derecho significa que los niños con necesidades educativas especiales deberían educarse con el resto de los alumnos de su edad y participar al máximo posible de las actividades escolares sin perder de vista sus necesidades específicas. Deben participar del currículo común, haciendo los ajustes necesarios, ya que en éste se establecen las competencias necesarias para ser un ciudadano que participa activamente en la sociedad.


EDUCAR EN Y PARA LA DIVERSIDAD.

Educar en la diversidad significa ejercer los principios de igualdad y equidad a los que todo ser humano tiene derecho, lo que conlleva desarrollar unas estrategias de enseñanza-aprendizaje que personalicen la enseñanza en un marco y dinámica de trabajo para todos.
Educar para la diversidad expresa el matiz de educar para una convivencia democrática donde la solidaridad, la tolerancia y la cooperación estén presentes y caractericen las relaciones entre los alumnos dentro y fuera del aula; se trataría de ser ciudadanos capaces de valorar y vivir con el que es diferente por razones personales, sociales, religiosas, etc.


ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD.

La educación escolar tiene como finalidad fundamental promover de forma intencional el desarrollo de ciertas capacidades y la apropiación de determinados contenidos de la cultura necesarios para que los alumnos puedan ser ciudadanos activos en su marco sociocultural de referencia. Para lograr esta finalidad, la escuela ha de conseguir el difícil equilibrio de proporcionar una cultura común a todos los alumnos que evite la discriminación y desigualdad de
oportunidades, respetando al mismo tiempo sus características individuales, sociales, lingüísticas y culturales.

El concepto de diversidad nos remite al hecho de que todos los alumnos tienen unas necesidades educativas individuales propias y específicas para poder acceder a las experiencias de aprendizaje necesarias para su socialización, que están establecidas en el currículo escolar. Estas necesidades educativas individuales tienen su origen en las diferencias culturales, sociales, de género y personales. Los modelos y propuestas educativas están influidos por la percepción y connotaciones de valor que se tengan respecto de las diferencias.

Cuando se habla de diferencias sociales se está hablando no sólo de alumnos diversos, sino de alumnos que tienen diferentes oportunidades (unos tienen más que otros). Cuando se habla de diferencias culturales, suele considerarse que hay una cultura mayoritaria y otras minoritarias que tienen menor influencia en la sociedad. Los alumnos que pertenecen a sectores sociales y culturales con menor vinculación a los objetivos y cultura de la escuela pueden generar menos expectativas en los profesores y tener menor autoestima y seguridad en las actividades escolares. La percepción de estos alumnos de que se espera poco de ellos refuerza su sensación inicial de que son poco competentes para las tareas escolares.

Cuando hablamos de diferencias individuales suele haber una tendencia a valorar más a aquellos que tienen altas capacidades; especialmente las de tipo intelectual.

Muchos alumnos experimentan dificultades de aprendizaje y de participación en la escuela porque no se tienen en cuenta dichas diferencias, como consecuencia del modelo homogeneizador de los sistemas educativos.

Las diferencias de género también influyen en el proceso de enseñanza- aprendizaje. En América Latina no existe un problema importante de inequidad de género en cuanto al acceso a la educación, salvo en el mundo rural e indígena, pero existen problemas de discriminación que se reflejan en los contenidos, expectativas, estilos de enseñanza y materiales didácticos.

Sin embargo, las necesidades educativas de los alumnos no dependen sólo de las diferencias anteriormente señaladas, sino que están también relacionadas con el tipo de situaciones que vive cada uno en la escuela. La oferta curricular, la organización escolar, las estrategias de aprendizaje en el aula, las expectativas de los profesores, las relaciones con la familia y los sistemas de participación que se establecen son mecanismos importantes que favorecen o dificultan el aprendizaje y la plena participación de los alumnos al proceso educativo. Dos escuelas del mismo contexto pueden abordar de forma muy distinta las diferencias de los alumnos y alumnos, contribuyendo al éxito en el aprendizaje y la participación o por el contrario al fracaso y segregación de los alumnos.

Tanto la escuela como el profesorado deben buscar estrategias pedagógicas diversificadas recursos y apoyos necesarios, que les permitan atender la diversidad de su alumnado, Gimeno (1999b, 78),
-riqueza de materiales
-fomento de las interacciones en pequeños grupos
-delegación de ciertas responsabilidades en los alumnos
-tareas que exijan el uso de múltiples materiales y provoquen la participación de habilidades diversas
-estimulación de la participación de los alumnos de bajo nivel
-clases con simultaneidad de tareas diferentes con múltiples funciones del profesor
-iniciar las situaciones de aprendizajes de los alumnos partiendo de sus conocimientos previos, con el fin de ayudarles a comprender la finalidad y el significado de lo que se les va a enseñar
-planificar formas de enseñanza dirigidas hacia la totalidad de la clase
-considerar como valiosas para el aprendizaje las características diferenciales de todos los alumnos.

MÀXIMA

“Para atender a la diversidad, no basta con atender las diferencias. Podemos educar tipos distintos de estudiantes, respetando las diferencias, pero olvidando que todos y cada uno de los sujetos presentes en el hecho educativo es único e irrepetible”.


lunes, 13 de julio de 2009

Políticas Educativas Internacionales y Nacionales de Educación Inclusiva y de atención a la Diversidad


Definición del concepto” Políticas educativas”

“Conjunto de orientaciones generales de acción educativa destinados a la atención de las necesidades educativas de una comunidad o de un país. Las orientaciones se refieren a los fines que debe cumplir la educación como institución social y se inspiran en el sistema de valores de una determinada sociedad. Constituyen declaraciones de política general y sectorial del gobierno”.

Las políticas educativas son determinadas por el Estado y también por la sociedad, siempre deben estar relacionadas a su contexto social, político y económico, observando la realidad en donde se va a ejecutar. Así también ésta va responder a las necesidades educativas, como ser en la formación humana que implique un enseñanza de valores normas que son determinadas por la sociedad.

El mayor desafío en el mundo actual, es como hacer efectivo el derecho de todos los niños, niñas y jóvenes, de acceder a la educación y beneficiarse de una enseñanza de calidad adecuada a sus necesidades individuales de aprendizaje, independiente de sus condiciones personales, sociales y culturales.

Este desafío ha generado una serie de compromisos, normas y acuerdos internacionales que han impulsado un mayor compromiso en los gobiernos de los países del mundo y de la región de América Latina y el Caribe , por lograr una Educación de Calidad para Todos con Equidad.
Entre estos se destacan:

1.- “Cumbre mundial a favor de la infancia”, Nueva York, 1990. Se inicia el intento por parte de las autoridades mundiales de enfrentar el problema de los marginados de la educación.

2.- 1989 Convención sobre los Derechos del Niño (Naciones Unidas) dispone que todos los derechos deben ser aplicados a todos los niños sin excepción alguna y es obligación del Estado tomar las medidas necesarias para proteger al niño de toda forma de discriminación

3.- “Conferencia mundial sobre educación para todos”. (1990). Jomtien Tailandia
UNESCO declara que los objetivos de la educación para todos “apunta a lograr una educación básica de calidad, sin exclusiones, para todos los niños y niñas, y una educación a lo largo de toda la vida para los adultos, que les permita desenvolverse plenamente en la vida cotidiana”.

4.- “Normas uniformes sobre la igualdad de oprtunidades para las personas con discapacidad”, aprobadas en 1993 por la Asamblea de las Naciones Unidas.
Estas normas tienen como finalidad garantizar que niños, niñas, mujeres y hombres discapacitados tengan los mismos derechos y obligaciones que los demás, con el firme propósito moral y político de los Estados de adoptar medidas para lograr la igualdad de oportunidades.

5.- Reunión de Ministros de Educación de América Latina y el Caribe (Kingston). (1996)Una recomendación fue fortalecer las condiciones y estrategias para que las escuelas atiendan niños con necesidades especiales o que presentan dificultades de aprendizaje debido a diferentes causas, como discapacidades, enseñanza o escolaridad inadecuadas y ambientes sociales marginados.

6.-“Conferencia mundial sobre Necesidades Educativas Especiales: acceso y calidad”, Declaraciòn de Salamanca, España. ( 1994.)
Los paìses firmantes se comprometen con una educación para Todos, reconociendo la necesidad y urgencia de impartir enseñanza a todos los niños, jóvenes y adultos con necesidades educativas especiales dentro del sistema comùn de educación, y respalda ademàs enmarco de Acciòn para las Necesidades Educativas especiales, cuyo espíritu, reflejado en sus disposiciones y recomendaciones debe guiar a organizaciones y gobiernos.

El Marco de acciòn de Dakar “Educaciòn para todos”. “Cumplir nuestros compromisos comunes” (Foro mundial sobre Educaciòn, Senegal-2000)

Los objetivos que se comprometieron los gobiernos a alcanzar fueron:
* Velar porque las necesidades de los aprendizajes de todos los jóvenes y adultos se satisfagan mediante el acceso equitativo a un aprendizaje adecuado y a programas de preparación para la vida adulta.
* Suprimir las disparidades entre los géneros en la enseñanza básica y secundaria de aquí al año 2005.

7.- 2000 Reunión Regional de las Américas preparatoria para el Foro Mundial de Educación para todos (Santo Domingo)
Donde se estableció el compromiso de formular
políticas de educación inclusiva, dando prioridad en cada país a los grupos más excluidos, y establecer marcos legales e institucionales para hacer exigible la inclusión como una responsabilidad colectiva.

8.- Reunión Regional de Ministros de Educación(Cochabamba).
Reafirma la necesidad de valorar la diversidad y la interculturalidad como un elemento de enriquecimiento de los aprendizajes, recomendando que los procesos pedagógicos tomen en cuenta las diferencias sociales, culturales, de género, capacidad y de intereses, con el fin de favorecer un mejor aprendizaje, la comprensión mutua y la convivencia. Cuadro extraído del libro “Cada escuela es un mundo, un mundo de diversidad” UNESCO; UNICEF; HINENI. 2003 – Chile

9.- Declaración de la Habana. Primera reunión intergubernamental del Proyecto Regional de “Educación para América Latina y el Caribe”, Cuba 2002
Se esbozan cinco focos estratégicos para la acción conjunta de los países, los cuales deben concretarse en programas prioritarios de acción nacional y regional y que estén destinados a generar un gran impacto en los sistemas educativos de nuestros países.
1.- En los contenidos y prácticas de la educación para construir sentidos acerca de nosotros mismos.
2.- En los docentes un fortalecimiento de su protagonismo en el cambio educativo para que respondan a las necesidades de aprendizaje de los alumnos.
3.- En la cultura de las escuelas para que estas se conviertan en comunidades de aprendizaje y participación.
4.- En la gestión y flexibilidad de los sistemas educativos, para ofrecer oportunidades de aprendizaje efectivo a lo largo de la vida.
5.- En la responsabilidad social por la Educación para generar compromisos con su desarrollo y resultados.

domingo, 12 de julio de 2009

El Pelícano. (August Strindberg)

August Strindberg

PERSONAJES

La Madre
El Hijo
La Hija
El Yerno
Margret

ACTO PRIMERO

Un salón. En el fondo una puerta que da al comedor. Formando ochava, a la derecha, una puerta-ventana que da a un balcón, Un secreter, un escritorio pequeño, una chaise longue tapizada en pana roja, una mecedora.
Entra la madre, vestida de luto. Se deja caer en el sillón y, de
cuando en cuando, escucha con inquietud. Se oye tocar en el piano la Fantasía Impromptu, Opus 66, de Chopin. Margret, la cocinera, entre por la puerta del fondo.


LA MADRE: Cierra la puerta, por favor.
MARGRET: ¿Está sola?
LA MADRE: Cierra la puerta, por favor. (Con un ademán.) ¿Quién toca el piano?
MARGRET: ¡Qué noche horrible! Viento, lluvia…
LA MADRE: Cierra la puerta, te lo ruego... No puedo aguantar más ese olor a fenol y abeto.
MARGRET: Estaba segura. Por eso le dije que deberían haber sacado, de aquí al señor inmediatamente.
LA MADRE.- Mis hijos querían que la ceremonia fúnebre se hiciera en casa.
MARGRET: ¿Por qué no se marchan de aquí?
LA MADRE: El propietario se opone. No podemos movernos... Estoy prisionera entre estas cuatro paredes... En las otras piezas me ahogo.
MARGRET: ¿Por qué?
LA MADRE: ¡Tantos recuerdos terribles! ¡Y ese olor...! ¿Quién toca? ¿Es mi hijo?
MARGRET: Sí, sí... su hijo. No se halla a gusto en esta casa, está nervioso. Y tiene hambre, siempre tiene hambre... Dice que nunca pudo comer hasta saciarse.
LA MADRE:' Toda su vida fue débil, enfermizo; desde que nació.
MARGRET: Cuando se ha criado a un bebé con mamadera, hay que darle después una alimentación nutritiva.
LA MADRE: ¿Y qué? ¿Le faltó algo, acaso?
MARGRET: Faltarle precisamente, no. Pero usted se ingeniaba para comprarle precisamente lo más barato que podía encontrar, y lo peor. . . (Pausa.) No se envía a un niño a la escuela con una taza de achicoria y una rebanada de pan en el estómago.
LA MADRE: Mis hijos nunca se quejaron de la comida...
MARGRET: Delante de usted, por supuesto que no... No se atrevían... Pero cuando fueron más grandes, venían a la cocina y hablaban...
LA MADRE: Nuestra situación no era brillante.
MARGRET: Perdón, pero me consta, porque salió en el diario, que el señor tenía ingresos anuales de veinte mil coronas.
LA MADRE: Hace falta mucho dinero para vivir.
MARGRET: Sin duda... pero lo cierto es que los niños no son sanos. La señorita Gerda, quiero decir, la señora Gerda no está completamente desarrollada... ¡y tiene veinte años! LA MADRE: ¡Tú siempre diciendo desatinos!
MARGRET: Claro, claro... (Pausa.) ¿No quiere que encienda un poco la estufa? Hace frío...
LA MADRE: No, gracias. No somos tan ricos como para quemar el dinero.
MARGRET: Nuestro estudiante se pasa el día tiritando. Para calentarse no le queda otro remedio que salir o tocar el piano.
LA MADRE: Siempre fue friolento.
MARGRET: Me gustaría saber por qué...
LA MADRE: ¡Ten cuidado con lo que dices, Margret! (Pausa.) ¿Anda alguien al lado?
MARGRET: Quédese tranquila, nadie anda al lado...
LA MADRE: ¿Qué te imaginas? ¿Que tengo miedo a los fantasmas?
MARGRET: No me imagino nada... Lo que sé es que no me quedaré mucho tiempo en esta casa. Vine porque me creí llamada a velar por los niños. Cuando vi cómo trataba a las criadas, quise marcharme en seguida, pero no pude, o mejor dicho no me atreví... Ahora que la señorita Gerda se ha casado, considero qué mi tarea está cumplida. Se acerca la hora de mi liberación, pero no ha sonado todavía.
LA MADRE: ¿De qué me estás hablando? El mundo entero sabe cómo me sacrifiqué por mis hijos, cómo me consagré a mi hogar, cómo cumplí con mis obligaciones... Tú eres la única que se atreve a hacerme reproches, pero no creas que vas a asustarme. Puedes irte si quieres. Además, no pienso tener criada si la joven pareja viene a instalarse en el departamento...
MARGRET: Le deseo que no le pese algún día... Los hijos son ingratos por naturaleza, y a las suegras, cuando no aportan dinero, nadie las soporta...
LA MADRE: No te preocupes... Pagaré mi pensión y además prestaré algunos servicios. Por otra parte, mi yerno no es un yerno como los otros...
MARGRET.- ¿De veras?
LA MADRE: De veras... No me trata como a una suegra, sino como a una hermana, por no decir como a una amiga... (Margret hace una mueca).
LA MADRE: Me imagino lo que piensas. Es cierto, mi yerno me gusta, así como no le gustaba a mi marido. Mi marido le tenía envidia; me aventuraría a decir que estaba celoso de él... Sí, me honraba con sus celos... y sin embargo no soy tan joven... ¿Decías?
MARGRET: No decía nada. Me parece que viene alguien. Es su hijo, tose... (Pausa.) ¿No enciendo el fuego?
LA MADRE: No vale la pena.
MARGRET: ¡Escúcheme! He pasado hambre, he pasado frío en esta casa, todo logré soportarlo. Pero déme una cama, una verdadera cama. Estoy vieja, cansada...
LA MADRE: Elegiste bien el momento... ¡precisamente cuando piensas marcharte!
MARGRET: SI, ya me olvidaba. (Pausa.) Pero aunque sea por el honor de la casa, queme mi camastro, queme esos trapos que cubrieron a un muerto... Así, por lo menos, pasará menos vergüenza ante la que me reemplace, si viene alguna.
LA MADRE: No vendrá ninguna.
MARGRET: Y aunque viniera, no se quedaría... Vi desfilar cincuenta criadas por esta casa y ninguna podía resistir.
LA MADRE: Claro, eran mujerzuelas, como todas ustedes.
MARGRET: Muy amable... Pero ya le llegará su hora, a todos les llega su hora... ¡Nadie se salva!
LA MADRE: ¿Cuándo vendrá el día en que me vea libre de ti?
MARGRET: Pronto, muy pronto... Antes de lo que se imagina.
(Sale. Entra el hijo con un libro en la mano. Tose y tartamudea ligeramente).
LA MADRE: Cierra la puerta, por favor.
EL HIJO: ¿Por qué?
LA MADRE: ¡Qué manera de contestar es ésa! (Pausa.) ¿Qué quieres?
EL HIJO: ¿Puedo trabajar aquí? Hace tanto frío en mi cuarto...
LA MADRE: ¡Tú estás siempre tiritando!
EL HIJO: Cuando uno está sentado, sin moverse, se siente más el frío. (Finge leer, luego bruscamente.) ¿No terminaron el inventario todavía?
LA MADRE: ¿A qué viene esa pregunta? Hay que dejar pasar el período de duelo. ¿No sientes la muerte de tu padre?
EL HIJO: Sí, pero... pero él está bien, ahora. . . Y la paz de que goza después de tantos sufrimientos no la robó. Eso no impide que quiera conocer mi situación, saber ' si podré rendir mis exámenes sin tener que pedir dinero prestado.
LA MADRE: Tu padre no dejó nada... nada, salvo deudas, tal vez
EL HIJO: Pero su comercio valía algo, ¿no?
LA MADRE: No hay comercio que valga cuando no se tiene un negocio instalado ni mercadería... ¿Comprendes?
EL HIJO (tras un instante de reflexión): ¿Y la firma, el nombre, los clientes?
LA MADRE: Los clientes no se venden... (Pausa.)
EL HIJO: Sin embargo, es lo que oí decir.
LA MADRE: ¿No habrás ido a consultar a un abogado, eh? (Pausa.) ¿Es así como guardas duelo por tu padre?
EL HIJO: No, así no. Pero cada cosa tiene su importancia, (Pausa.) ¿Dónde están mi hermana y mi cuñado?
LA MADRE: Esta mañana regresaron de su viaje de bodas; se alojaron en una pensión.
EL HIJO: Allí al menos podrán comer.
LA MADRE: No sabes hablar de otra cosa que de comer... ¿Alguna vez has tenido quejas de la comida que te he dado?
EL HIJO: No, no...
LA MADRE: Dime una cosa: en los últimos tiempos, cuando tuve que separarme de tu padre y viviste sólo con él, ¿nunca te habló de sus negocios?
EL HIJO (Finge estar absorto en la lectura): Que yo recuerde, no, nada especial...
LA MADRE: Entonces, ¿cómo te explicas que no haya dejado absolutamente nada? Estos últimos años ganaba veinte mil coronas anuales.
EL HIJO: No estoy enterado de los negocios de mi padre. Pero decía que le costaba mucho mantener la casa; además, hacía poco que se habían cambiado todos los muebles. LA MADRE: ¿Así que decía eso? ¿No tendría deudas?
EL HIJO: No sé... (Pausa.) Tenía deudas, pero las pagó.
LA MADRE: ¿A dónde fue a parar entonces el dinero? ¿Dejó testamento? A mí me odiaba; en varias ocasiones llegó a amenazarme con echarme a la calle... (Pausa.) ¿Será posible que haya depositado sus ahorros en otra parte?
EL HIJO (cortante): No sé. (Pausa.) ¡No, es imposible!
LA MADRE (prestando atención): Me parece que caminan al lado.
EL HIJO (frío): No oigo nada.
LA MADRE: Estoy agotada... Tantos disgustos, el entierro, todas esas historias... A propósito, sabrás sin duda que tu hermana y tu cuñado van a ocupar el departamento; tendrás que buscarte una habitación en el centro.
EL HIJO: Sí, ya lo sé.
LA MADRE: ¿No te gusta tu cuñado?
EL HIJO: No me resulta simpático.
LA MADRE: Sin embargo es un buen muchacho y, además, muy capaz. Deberías quererlo, se lo merece.
EL HIJO: Yo tampoco le soy simpático. Además, se portó mal con papá.
LA MADRE: Quién tuvo la culpa
EL HIJO: Papá no era malo.
LA MADRE: ¿No era malo?
EL HIJO (bruscamente): Ahora sí, creo que caminan al lado.
LA MADRE: Enciende las luces, dos, nada más que dos. (El hijo enciende las luces. Larga pausa.) ¿No quieres colgar en tu cuarto ese retrato de tu padre? (Le muestra un retrato colgado en la pared.) Sí, ése.
EL HIJO: ¿Por qué?
LA MADRE: Porque a mí no me gusta. (Pausa.) ¡Tiene una expresión tan hostil en la mirada!
EL Hijo: No me parece.
LA MADRE: Llévatelo, entonces. Si te gusta, es tuyo. Te corresponde a ti.
EL HIJO (descuelga el cuadro): Muy bien. Pausa.
LA MADRE: Espero a Axe1 y Gerda. ¿Deseas verlos?
EL Hijo: No tengo ganas... Prefiero volver a mi cuarto. ¿Podría encender la estufa?
LA MADRE: No somos tan ricos como para quemar el dinero.
EL HIJO (violentamente): ¡Hace diez años que vengo oyendo ese estribillo! Sin embargo éramos ricos para hacer ridículos viajes al extranjero y darnos tono comiendo en restaurantes de lujo donde una cena costaba cien coronas. ¡Cien coronas! Por ese precio se pueden comprar cuatro canastos de leña ¡Cuatro canastos por una sola cena!
LA MADRE: ¡Tonterías!
EL HHIJO: Había algo en casa que no andaba bien. Pero ahora todo va a cambiar. Arreglaremos las cuentas.
LA MADRE: ¿Qué quieres decir?
EL HIJO: Quiero decir que el inventario y lo demás. . .
LA MADRE ¿Lo demás?
EL HIJO: Las deudas, los negocios en suspenso...
LA MADRE: ¿Ah, sí?
EL HIJO (tras una pausa): ¿Puedo comprarme un poco de ropa?
LA MADRE: ¿Cómo puedes tener la audacia de plantear semejantes cuestiones en un momento como éste? Sería mejor que fueras a ganarte algunas coronas...
EL HIJO: Ya ganaré todas las coronas que necesite cuando haya rendido mis exámenes.
LA MADRE: En ese caso pide prestado, como hace todo el mundo.
EL HIJO: ¿Quién querrá prestarme?
LA MADRE (agria): Los amigos de tu padre.
EL HIJO: No tenía amigos. Un hombre excepcional no puede tener amigos, pues no hay amistad sin admiración recíproca.
LA MADRE: ¡Qué sabio estás! ¿Quién te enseñó tan hermosos pensamientos? ¿Tu padre?
EL HIJO: Sí, era un hombre inteligente, pese a las locuras que cometía a veces.
LA MADRE: ¡Escuchen eso! (Pausa.) En vez de hablar tanto podrías ir pensando en casarte.
EL HIJO: ¿Casarme yo? ¡Muchas gracias! ¿Mantener a una mujer para diversión de los solteros? ¿Convertirme en el sostén legal de alguna mujerzuela, darle armas, voluntariamente, a la que dice ser la amiga del alma y que es, en realidad, la peor enemiga? No, me guardaré muy bien de hacerlo.
LA MADRE: ¡Las cosas que tengo que oír! Vuelve a tu cuarto. Ya te he visto bastante. (Pausa.) Podría apostar que bebiste.
EL HIJO: Claro que bebí. Me veo obligado a beber para calmar mi tos y, sobre todo, para no sentir el hambre que me aguijonea.
LA MADRE: Otra vez la comida, ¿eh? ¿Tan mala es?
EL HIJO: No diría que es precisamente mala, sino liviana, liviana como el aire.
LA MADRE: Puedes irte de una vez.
EL HIJO: O bien sazonada con tanta pimienta que en lugar de aplacar el hambre lo excita. Es muy sencillo: se tiene la sensación de absorber aire condimentado.
LA MADRE: ¡Palabra, de honor, estás borracho! ¡Borracho perdido! ¡Vete ya!
EL HIJO: Está bien, me voy. Tenía que decirte unas cuantas cosas más, pero por hoy basta. Está bien.
(Sale. La madre, -muy agitada, se pasea de un lado a otro de la habitación y abre y cierra los cajones. Entra bruscamente el Yerno.)
LA MADRE (a afectuosamente): ¡Axel, al fin! ¡Te esperaba con tanta impaciencia! Pero, ¿dónde está Gerda?
EL YERNO: Vendrá más tarde. Y tú, ¿cómo estás? ¿Alguna novedad?
LA MADRE: Siéntate. Tengo que hacerte varias preguntas. No nos vernos desde la noche del casamiento... ¿Por qué volvieron tan pronto? Pensaban permanecer afuera una semana y hace apenas tres días que se marcharon.
EL YERNO: Sí, el tiempo nos parecía muy largo. Cuando dos personas se han dicho todo lo que tenían que decirse, la soledad se hace pesada. Además, estábamos tan acostumbrados a tu presencia que realmente nos faltabas.
LA MADRE: ¿De veras? (Pausa.) Sí, sí, nosotros tres siempre nos entendimos muy bien, siempre, a través de todas las tormentas. Y me atrevería a afirmar que he sido útil.
EL YERNO: Gerda es una niña, no comprende nada de la vida: está llena de prejuicios; además, es obstinada, se encarniza con todo. .
LA MADRE: ¿Y qué te pareció la boda?
EL YERNO: Un éxito, todo un éxito. Y a ti, ¿qué te pareció el poema?
LA MADRE: ¿Te refieres al poema que me dedicaste?- ¿Qué puede parecerme? Creo que jamás suegra alguna recibió semejante homenaje para la boda de su hija. Ese pelícano que da su sangre para alimentar a sus hijos... ¿Sabes que lloré?
EL YERNO: Sí, primero lloraste, pero después no te perdiste una sola pieza; Gerda estaba casi celosa de ti...
LA MADRE: ¡Bah! Estoy acostumbrada. (Pausa.) Quería que me vistiera de negro, por el duelo, pero no le hice caso: ¡Bueno sería que tuviera que someterme a los caprichos de mis hijos!
EL YERNO: Tienes razón (Pausa.) Figúrate que Gerda pierde completamente la cabeza a la menor mirada que le dirijo a otra mujer.
LA MADRE: ¿De veras? Pero ¿no son felices ahora que están juntos?
EL YERNO: ¿Qué quiere decir, “felices”?
LA MADRE: ¡Ah, comprendo! ¡Ya se pelearon!
EL YERNO: ¿Ya? No hacíamos otra, cosa cuando estábamos de novios. Y ahora que me vi obligado a -presentar mi renuncia, que no soy más que un oficialito de reserva, las cosas se han puesto peor todavía. Sí, por raro que parezca desde que me reintegré a la vida civil parece que me tuviera menos apego.
LA MADRE: ¿Por qué no usas el uniforme? ¿Quieres que te diga la verdad? Así, vestido de civil, me cuesta reconocerte. Eres realmente otro hombre.
EL YERNO: Sólo me está permitido usar el uniforme cuando estoy de servicio y para los desfiles.
LA MADRE: ¿Permitido?
EL YERNO: Sí, es el reglamento.
LA MADRE: ¡Pobre Gerda! Estaba de novia con un teniente y de pronto se encuentra casada con un oficinista.
EL YERNO: ¿Qué quieres que haga? Hay que vivir. (Cambia de tono.) A propósito, ¿cómo va el asunto del dinero?
LA MADRE: Francamente, no sé nada. Pero empiezo a desconfiar de Fredrik.
EL YERNO: ¿Qué quieres decir?
LA MADRE: Esta tarde me habló otra vez en términos muy extraños.
EL YERNO: Es un imbécil.
LA MADRE: Los imbéciles de esa índole suelen ser muy ladinos. No me sorprendería que hubiera un testamento oculto o dinero escondido en alguna parte.
EL YERNO: ¿Hiciste tus pesquisas?
LA MADRE: Registré todos los cajones.
EL YERNO: ¿Los del muchacho también?
LA MADRE: Naturalmente. Y todos los días reviso su papelera; lo sorprendí escribiendo cartas que luego rompe y arroja al canasto.
EL YERNO: Eso no interesa. (Pausa.) ¿Examinaste bien el secreter del viejo?
LA MADRE: Por supuesto.
EL YERNO: ¿A fondo? ¿Con método? ¿Todos los cajones?
LA MADRE: Todos los cajones.
EL YERNO: Los secreters tienen cajones secretos.
LA MADRE (turbada): No se me ocurrió
EL YERNO: Entonces habrá que empezar de nuevo. Vamos a inspeccionarlo juntos.
LA MADRE: Imposible, están los sellos, los sellos del inventario.
EL YERNO: ¡Bah! Ya nos arreglaremos.
LA MADRE: No, no podernos hacerlo.
EL YERNO: Te digo que sí. Con desmontar la tabla del fondo... El secreto siempre lo colocan allí.
LA MADRE: Harán falta herramientas...
EL YERNO: No, déjalo por mi cuenta.
LA MADRE: Está bien, pero que Gerda no se entere.
EL YERNO: Por supuesto, si no iría a contárselo en seguida al hermanito.
LA MADRE (cierra la puerta con llave): Cierro, es más seguro.
EL YERNO (examina el fondo del secreter): ¡Vaya! Ya pasó alguien por aquí. Desprendieron el fondo. Mira, puedo introducir la mano.
LA MADRE (perdiendo la cabeza): Es ese muchacho, estoy segura, segura de que es él... ¿Te das cuenta que mis sospechas...? Date prisa, oigo pasos.
EL YERNO: Aquí hay papeles.
LA MADRE: ¡Date prisa, que viene alguien!
EL YERNO: ¡Un sobre!
LA MADRE: Es Gerda... ¡Dame los papeles, rápido!
EL YERNO (le entrega a la madre un sobre grande): ¡Toma,' escóndelo! (Se oyen forcejeos en la puerta, luego golpes suaves.) ¿Por qué se te ocurrió cerrar con llave? Estamos perdidos.
LA MADRE: ¡Cállate!
EL YERNO: ¡Eres una estúpida! Abre, abre... no, deja, abriré yo. Apártate de ahí.
(Empuja a la madre y abre la puerta. Entra Gerda. )
GERDA (confusa): ¿Por qué se encerraron?
LA MADRE: ¡Querida! ¿No me saludas? No nos vemos desde la noche de la boda. ¿Tuvieron un viaje agradable? Vamos, cuéntame, y no me mires con ese azoramiento.
GERDA (se sienta, deprimida): ¿Por qué se encerraron?
LA MADRE: Porque la puerta se abre sola y estoy cansada de pedirle cada uno que entra que la cierre... (Pausa.) ¿Qué les parece si hablamos un poco de su instalación? Porque vivirán aquí, ¿verdad?
GERDA: ¿Qué otra cosa podemos hacer? Además, me da lo mismo. ¿Qué opinas, Axel?
EL YERNO: Podemos vivir aquí perfectamente... nos llevamos muy bien.
GERDA: Pero, ¿dónde se instalará mamá?
LA MADRE: En esta pieza, hijita. Haré colocar una cama y...
EL YERNO: No pensarás poner una cama en medio del salón, querida...
GERDA (se sobresalta al oír la última palabra): ¿Hablas conmigo?
EL YERNO (turbado, muy rápido): Quise decir... mamá... En fin, de una manera u otra ya nos arreglaremos. Cada uno pondrá el hombro, y con lo que pagará tu mamá podremos vivir muy bien.
GERDA (con el rostro tranquilizado): Y así me ayudará un poco en las tareas de la casa...
LA MADRE: Encantada, querida, pero que no tenga que lavar los platos...
GERDA: ¿Los platos? ¡Qué ocurrencia...! Por otra parte, lo único que pido es tener a mi marido para mí sola. No quiero que lo miren las demás... como hacían todas en el hotel, todas; por eso tuvimos que acortar el viaje... ¡Pobre de aquella que intente robármelo!
LA MADRE: Ahora podríamos ir ordenando los otros cuartos.
EL YERNO (clava la mirada en la madre): Gerda puede comenzar por éste.
GERDA: No quiero quedarme sola. Hasta que no estemos completamente instalados no me sentiré tranquila.
EL YERNO: ¡Parece que las señoras tienen miedo de la oscuridad! ¡Está bien! Iremos los tres juntos.
(Salen. La escena queda sola, Afuera sopla el viento. La puerta del fondo empieza a golpear. Los papeles del secreter revolotean por la pieza. El viento sacude violentamente la planta que está sobre la repisa. Se desprende la fotografía de la pared y cae al piso. Se oye al hijo que grita- "¡Mamá!" y luego: "¡Cierra la ventana! La mecedora se balancea. Entra la madre como loca. Viene leyendo un papel.)
LA MADRE: ¿Qué ocurre? ¡El sillón se mueve!
EL YERNO (Entra tras ella): ¿Qué tienes? ¿Qué papel es ése? Déjame que lo lea. ¿Es el testamento?
LA MADRE: Cierra la puerta. Este viento nos va a llevar... Pero tuve que abrir una ventana, por el olor... (Pausa.) No, no es el testamento, es una carta que dejó para el muchacho, en la que nos calumnia a ti y mí.
EL YERNO: Dámela, quiero - leerla.
LA MADRE: No, te haría daño... La romperé. ¡Tuvimos suerte de que no cayera en sus manos! (Arruga la carta y la arroja en la estufa.) Sale de su tumba y habla. No ha muerto. ¿Cómo podré vivir aquí...? Escribe que yo lo asesiné. ¡No es cierto! Murió de congestión, el médico lo certificó... Y dice otras cosas, ¡pero son mentiras, puras mentiras! ¡Me acusa de haber causado su ruina...! Escucha. Axel, haz algo, lo que quieras, para que podamos dejar este departamento cuanto antes. ¡No puedo quedarme aquí, no puedo más! Prométeme que... ¡Mira el sillón!
EL YERNO: Es la corriente de aire.
LA MADRE: ¡Llévanos de esta casa! Prométeme.
EL YERNO: Imposible... Ustedes me deslumbraron con esa herencia que no existe y caí en la trampa... De no haber contado con ella no me habría casado., Ahora, habrá que tomar las cosas como son y tú tendrás que considerarme como un yerno decepcionado y arruinado. Si queremos vivir debemos entendernos, hacer economías, y tú nos ayudarás. LA MADRE: Con otras -palabras, quieres que sea sirvienta en mi propia casa. No te creas que podrás obligarme.
EL YERNO: La necesidad dicta la ley.
LA MADRE: ¡Crápula!
EL YERNO: ¡Basta, vejestorio!
LA MADRE: ¿Yo, sirvienta tuya?
EL YERNO: Así aprenderás, en carne propia, cómo vivieron tus sirvientas. Pasaron hambre, pasaron frío. Pero no te quejes, tú te salvarás de eso.
LA MADRE: Sí, tengo mi renta vitalicia...
EL YERNO: Que no serviría para vivir en una bohardilla, pero que puede servir, aquí, para pagar el alquiler, si obramos con cordura. Y si ustedes dos no quieren entrar en razón me marcho.
LA MADRE: ¡Serías capaz de abandonar a Gerda...! ¡Entonces, nunca la amaste!
EL YERNO: Nadie puede saberlo mejor que tú... tú que la desalojaste de mi corazón, que la excluiste de todas partes, salvo del dormitorio... Y si llegara a tener un hijo, también se lo arrebatarías... No sabe nada todavía, no comprende nada; pero está empezando a despertar de su sueño de sonámbula. Ten cuidado, porque el día que abra los ojos...
LA MADRE: Axel, tenemos que entendernos... No debemos separarnos. Ya no puedo vivir sola... Acepto todo, todo, pero la chaise-longue, ¡eso no!
EL YERNO: Tendrás que aceptarla. No pienso arruinar este departamento instalando aquí un dormitorio. Estás advertida.
LA MADRE: Entonces, dame otra pieza.
EL YERNO: No hay ninguna disponible. Además, ésta es muy bonita.
LA MADRE: ¡Bonita! ¡Un verdadero mostrador de carnicería, chorreando sangre!
EL YERNO: ¡Basta de tonterías! Si no te gusta, puedes elegir la bohardilla, la soledad y, cuando llegue el momento, el asilo de ancianas.
LA MADRE: Me rindo.
EL YERNO: Haces bien.
LA MADRE (Tras una pausa): ¡Te das cuenta! ¡Escribirle a su hijo que yo lo asesiné!
EL YERNO: Hay muchas maneras de asesinar a la gente y la tuya ofrece al menos la ventaja de no caer en el ámbito de la justicia.
LA MADRE: ¿La mía? ¿Por qué no dices la nuestra? También tú contribuiste a enfurecerlo, a empujarlo a la desesperación.
EL YERNO: Se cruzó en mi camino y no quiso apartarse. Tuve, que empujarlo.
LA MADRE: Lo único que te reprocho es que me hayas alejado de mi hogar... Nunca olvidaré aquella noche, la primera que pasamos en tu casa; estábamos sentados a la mesa, dispuesta como para una fiesta, y oímos, a lo lejos, del lado de los terrenos pantanosos, gritos horribles que parecían venir de una cárcel o de un manicomio... ¿Recuerdas? Era él: vagaba por el tabacal, en plena noche, bajo la lluvia, aullando su dolor, clamando por su mujer y su hijo.
EL YERNO: ¿A qué viene hablar de eso ahora? Además, ¿cómo sabes que era él?
LA MADRE: Lo dice en la carta.
EL YERNO: ¿Qué puede importarnos? El tampoco era un ángel.
LA MADRE: No, por supuesto. Pero tenía sentimientos humanos; sí, más que tú.
EL YERNO: Parecería que tus simpatías cambiaron de destinatario.
LA MADRE: ¡No te enojes! Tenemos que mantener la paz entre nosotros.
EL YERNO: Tenemos que mantenerla, sí. Estamos condenados a eso...
(Se oyen gritos roncos que vienen de afuera.)
LA MADRE: ¿Oyes? ¿Quién es? ¿El?
EL YERNO: ¿Quién, él? (La madre presta atención.) ¿Quién está ahí? ¡Ah! ¡Es el muchacho! Seguro que bebió otra vez.
LA MADRE: ¿Es Fredrik? Eran sonidos tan... como si... Me parece. .. No puedo soportar más... ¿Qué le ocurre?
EL YERNO: Ve a ver. (Pausa.) ¡Está completamente borracho, ese animal!
LA MADRE: ¿Cómo puedes hablar así? No olvides que es mi hijo.
EL YERNO: Si, tu hijo.
(Saca su reloj de bolsillo.)
LA MADRE: ¿Por qué miras la hora? ¿No te quedas a cenar?
EL YERNO: No, gracias. No estoy acostumbrado a beber té aguado y a comer anchoas rancias... y papillas. Además, tengo una reunión.
LA MADRE: ¿Qué reunión?
EL YERNO: Son asuntos que no te conciernen... Supongo que no tendrás la intención de hacerte la suegra.
LA MADRE: ¿Pero vas a abandonar a tu mujer la primera noche que pasan en casa?
EL YERNO: Tampoco ése es asunto de tu incumbencia.
LA MADRE: ¡Ahora veo qué me espera y qué les espera a mis hijos! Parece que llegó el momento de quitarse las máscaras.
EL YERNO: Sí, llegó el momento.



FIN DEL PRIMER ACTO




ACTO SEGUNDO


(Se oye "La Berceuse de Jocelyn” de Godard, Gerda está sentada frente al escritorio. Largo silencio. Entra el hijo.)

EL HIJO. ¿Estás sola?
GERDA: Sí, mamá está en la cocina.
EL HIJO: Y Axel, ¿dónde está?
GERDA: En una reunión... Siéntate, Fredrik, conversemos un rato. ¿Quieres hacerme compañía?
EL Hijo (se sienta): Tengo la impresión de que nunca con versamos mucho juntos. Nos hemos evitado constantemente, como si no tuviéramos nada en común.
GERDA: Siempre tomabas partido por papá, y yo por mamá.
EL HIJO: Quizá cambien las cosas ahora... ¿Conocías bien a papá?
GERDA: ¡Qué pregunta...! (Pausa.) A decir verdad, lo veía con los ojos de mamá.
EL HIJO: ¿Pero pudiste ver que te quería?
GERDA: ¿Por qué quiso entonces impedir mi noviazgo y luego romperlo?
EL HIJO: Porque le parecía que ese hombre no era el apoyo que necesitabas.
GERDA: De cualquier modo fue bien castigado cuando mamá lo dejó.
EL HIJO: ¿Quién la instigó a hacerlo, tu marido?
GERDA: Mi marido y yo. Era necesario que papá experimentara en carne propia qué significa una separación, ya que tanto insistía en separarme de mi novio.
EL HIJO: Eso acortó su vida... Sin embargo, sólo quería tu bien, puedes creerme.
GERDA: Tú que permaneciste a su lado, cuéntame, ¿qué decía? ¿Cómo tomó las cosas?
EL HIJO: No sería capaz de describir sus sufrimientos.
GERDA: ¿Y qué decía de mamá? EL HIJO: Nada. Pero puedo asegurarte que después de todo lo que vi, jamás me casaré. (Pausa.) ¿Eres feliz, Gerda?
GERDA: -Naturalmente. Cuando una mujer tiene el marido que deseaba, es feliz.
EL HIJO: ¿Por qué te ha dejado sola la primera noche que pasan en casa?
GERDA: Negocios... tiene una reunión.
EL HIJO: ¿En el restaurante?
GERDA: ¿Qué quieres decir...?
EL HIJO: Creí que lo sabías.
GERDA (llora, con la cabeza entre las manos) ¡Dios mío! ¡Dios mío!
EL HIJO: Perdóname, te he hecho daño.
GERDA: ¡Oh, sí! ¡Tanto daño! ¡Quisiera morir!
EL HIJO: ¿Por qué acortaron el viaje de bodas?
GERDA: Mi marido estaba inquieto... por sus negocios. Además, extrañaba a mamá. Sí, no pudo pasarse sin ella.
Gerda y el hijo se miran fijamente.
EL HIJO: ¿De veras? (Pausa.) ¿Fue agradable el viaje?
GERDA: Por supuesto.
EL HIJO: Sabes muy bien qué curiosa es mamá; nadie utiliza el teléfono mejor que ella.
GERDA: ¿Cómo? ¿Nos espió?
EL HIJO: Es su costumbre... En este momento ha de estar detrás de alguna puerta escuchando nuestra conversación.
GERDA: ¡Siempre piensas mal de mamá!
EL HIJO: ¡Y tú siempre piensas bien! ¿Cómo es posible? Sin embargo sabes perfectamente quién es.
GERDA: No, no quiero saberlo.
EL HIJO: ¿No quieres saberlo? Eso es otra cosa... Tendrás algún interés en...
GERDA: ¡Calla! Ya sé que vivo como una sonámbula, pero no quiero despertar. No podría seguir viviendo.
EL HIJO: ¿Te figuras que no vivimos todos como sonámbulos...? Tú sabes que estudio derecho. Leyendo las actas de los procesos comprobé que hay muchos criminales que no pueden explicar cómo ocurrieron las cosas... Creían hallarse en el buen camino hasta el momento en que, sorprendidos, despertaron. Es indudable que no obraban en sueños, pero estaban dormidos.
GERDA: Déjame dormir. Sé que me despertaré, pero que sea lo más tarde posible. ¡Oh, todas esas cosas que no conozco, que sólo presiento! ¿Recuerdas, cuando éramos niños...? La gente afirma que somos malos cuando lo que decimos es verdad. .. "Qué mala eres", me decían cada vez que yo sostenía que algo malo era malo. Entonces aprendí a callar... y me elogiaron por mis buenos modales. Después aprendí a decir lo que no pensaba. ¡En ese momento ya estaba preparada para hacer mi entrada en el mundo!
EL Hijo: Es cierto que debe correrse un velo sobre las flaquezas y los defectos del prójimo, pero de ahí a la hipocresía y la adulación hay un solo paso. Es difícil saber cómo comportarse. . . Sin embargo, hay- veces en que tenemos la obligación de decir lo que pensamos.
GERDA: ¡Basta!
EL HIJO: Está bien, me callo. Pausa.
GERDA: No, es mejor que hables, ¡pero de esas cosas no! Tus pensamientos atraviesan el silencio y llegan a mis oídos... Cuando las personas se encuentran reunidas, hablan indefinidamente para disimular sus pensamientos, y también para olvidar, para aturdirse. Quieren saber todo, todo lo que concierne a los otros, pero tienen buen cuidado de ocultar sus propios -asuntos.
EL HIJO: ¡Mi pobre Gerda!
GERDA: ¿Sabes qué es lo que duele más? (Pausa.) Comprender el vacío de la mayor felicidad.
EL HIJO: ¡Esta vez sí que has hablado!
GERDA: Tengo mucho frío. Enciende un poco la estufa.
EL HIJO: ¿También tú eres friolenta?
GERDA: Siempre tuve hambre y frío.
EL HIJO: ¿De veras? Es muy curioso lo que ocurre en esta casa... Si traigo leña tendremos escenas durante una semana.
GERDA: Tal vez queden algunos leños en la estufa... Mamá siempre ponía algunos para hacernos creer...
EL HIJO (abre la estufa): Tienes razón, hay trozos de leña (Pausa.) Pero ¿qué es esto? Una carta... toda arrugada. Puede servir para encender el fuego.
GERDA: Deja, Fredrik, no enciendas. No me siento con fuerzas para tener historias... Ven, siéntate conmigo, sigamos conversando.
(El hijo se sienta y pone la carta sobre la mesita. Pausa.)
GERDA: ¿Sabes por qué papá odiaba tanto a mamá?
EL HIJO: ¡Sí! Tu Axel vino a quitarle su esposa y su hija y él se quedó completamente solo. Además, papá advirtió que el' yerno era mejor atendido que él en la mesa, y ustedes tres se encerraban en el salón para hacer música, para leer... No pudo soportar esas cosas... Se sentía relegado, un extraño en su propio hogar. Desde entonces, tomó la costumbre de ir al café.

GERDA: No sabíamos lo que hacíamos... ¡Pobre papá! Es una dicha tener padres cuyo nombre y reputación son invulnerables; podemos estarles agradecidos... ¿Recuerdas sus bodas de plata? ¡Los discursos que pronunciaron en su honor! ¡Los poemas que les dedicaron!
EL HIJO: Recuerdo... pero me parecieron grotescos tantos festejos, como si hubieran sido un matrimonio feliz, después de la vida de perros que...
GERDA: ¡Fredrik!
EL HIJO: ¿Qué quieres? Es más fuerte que yo. Sabes perfectamente qué vida llevaron. ¿No te acuerdas... cuando mamá intentó arrojarse por la ventana y hubo que sujetarla?
GERDA: ¡Calla!
EL HIJO: Algún motivo habrá existido, pero no lo sabemos.... Después de la separación, cuando sacaba a pasear a papá, muchas veces tuve la impresión de que quería hablar, pero las palabras morían en sus labios... Algunas noches sueño con él.
GERDA: Yo también... Pero cuando se me aparece en sueños, es un hombre de treinta años... Me mira afectuosamente, su mirada encierra algún significado, pero no logro comprenderlo... Algunas veces, también está mamá. Y él no se enoja con ella porque la quiere, pese a todo. Sí, la quiso hasta el final. ¿Recuerdas la noche de las bodas de plata. . .? Cómo le habló, cómo le agradeció, pese a todo...
EL HIJO: Pese a todo... Es mucho decir, y poco a la vez.
GERDA: Sí, ¡pero todo era tan hermoso! Y además, no se puede negar que llevaba muy bien la casa.
EL HIJO: Ese es precisamente el quid de la cuestión.
GERDA: No entiendo.
EL HIJO: ¡Ah, cómo se apoyan, ustedes las mujeres! Basta que se mencione el manejo de la casa, para que todas, todas estrechen filas. ¡Una verdadera masonería! Interrogué incluso a la vieja Margret, con quien me entiendo muy bien, acerca de la situación de la casa. Le pregunté por qué jamás se come a satisfacción aquí; pero inmediatamente esa vieja charlatana enmudeció. Enmudeció y se enfadó... ¿Puedes explicarme su actitud?
GERDA: No.
EL HIJO: Veo que tú también formas parte de esa masonería.
GERDA: No comprendo qué quieres decir.
EL HIJO: A veces me pregunto si papá no fue víctima de esa sociedad que sin duda llegó a descubrir.
GERDA: Hay ocasiones en que hablas como un loco.
EL HIJO: Recuerdo que papá solía emplear, bromeando, estas palabras: "sociedad secreta". . . Pero en los últimos tiempos ya no las empleaba.
GERDA: ¡Qué frío hace aquí! Un frío sepulcral...
EL HIJO: Voy a encender el fuego, y que pase lo que pase. (Toma la carta distraído, pero poco a poco su mirada se fija en ella y comienza a leer.) ¿Qué es esto? (Pausa.) "A mi hijo. . . ¡La letra de papá! (Pausa.) ¿Así que era para mí? Sigue leyendo, después se deja caer sobre una silla, Pero sin abandonar la lectura.
GERDA: ¿Qué estás leyendo? ¿Qué es?
EL HIJO: ¡Es horrible! (Pausa.) Es horrible, espantoso.
GERDA: ¿Qué ocurre? ¡Dime, habla!
EL HIJO (Tras una Pausa): ¡No puedo más! (Dirigiéndose a Gerda.) Es una carta que me escribió papá. (Pausa.) ¡Ahora soy yo quien despierta!
(Se echa sobre la chaise-longue aullando de dolor y guarda la carta en su bolsillo.)

GERDA (se arrodilla junto a él): ¿Qué tienes, Fredrik? ¡Dime qué tienes! Hermanito, ¿estás enfermo? ¡Dí algo!
EL HIJO: ¿Cómo podré vivir en adelante?
GERDA: Pero cuéntame...
EL HIJO: ¡Es increíble! (Se levanta.) No, no puede mentir. No se puede mentir cuando se habla del fondo de la tumba.
GERDA: Quizá lo haya engañado su imaginación enferma.
EL HIJO: ¡La sociedad secreta! ... ¡Aquí está otra vez! ¡Siempre ella! (Pausa.) Está bien, voy a hablar. ¡Escucha!
GERDA: Creo que lo sé todo por anticipado y, al mismo tiempo, me resisto a creerlo.
EL HIJO: Es porque no quieres creer; y sin embargo, es la verdad. La que nos dio a luz era una vulgar ladrona.
GERDA: ¡No!
EL HIJO: Robaba el dinero de las compras; falsificaba las cuentas. Compraba a bajo precio y se quedaba con el excedente. Por la mañana, comía en la cocina y, para nosotros, hacía recalentar las sobras. Descremaba la leche. Por eso estamos mal desarrollados, por eso siempre estuvimos enfermos y hambrientos. También robaba el dinero de la leña; por eso nos hemos pasado la vida tiritando. Papá descubrió sus ardides; le hizo una advertencia; ella prometió enmendarse, pero continuó e incluso se perfeccionó. Sus últimos hallazgos: la soya y la pimienta de Cayena.
GERDA: ¡No creo una palabra!
EL HIJO: ¡Ahora, te diré lo peor! Tu marido, Gerda, es un canalla; nunca te amó, porque amaba a tu madre.
GERDA: ¡Oh!
EL HIJO: Papá se dio cuenta. Entonces, como tu novio le sacaba dinero a nuestra madre, el miserable, para ocultar su juego, pidió tu mano. Eso, a grandes líneas; completa tú el cuadro.
GERDA (llorando): Ya lo sabía, pero inconscientemente lo rechazaba; no habría podido soportarlo.
EL HIJO: ¿Qué hacer para salvarte del envilecimiento?
GERDA: Partir, partir muy lejos.
EL HIJO: ¿Adónde?
GERDA: No sé
EL HIJO: Entonces debemos esperar y ver el giro que toman los acontecimientos.
GERDA: Una hija siempre está desarmada frente a su madre, porque es sagrada.
EL HIJO: ¡Cuéntaselo a otros!
GERDA: ¡No hables así!
EL Hijo: Es astuta como un animal, pero su egoísmo suele cegarla.
GERDA: Entonces huyamos.
EL HIJO: ¡Es fácil decirlo! No, nos quedaremos hasta que ese canalla la eche a la calle... Shhht... Creo que viene... ¡Sht…! Y ahora, Gerda, somos nosotros quienes formaremos nuestra masonería. Te daré el santo y seña: ¡Él te pegó la noche de bodas!
GERDA: Recuérdamelo a menudo, porque sería capaz de olvidarlo. ¡Y quisiera tanto olvidar!
EL HIJO: Nuestra vida está destrozada. No tenernos a nadie a quien respetar, nada hacia lo cual levantar los ojos. Si debemos obstinarnos en vivir, es sólo para rehabilitar a nuestro padre.
GERDA: Y para que se haga justicia.
EL HIJO: ¡No digas justicia, dí más bien venganza!
(Entra el yerno.)
GERDA (representando una comedia): ¡Hola! ¿Cómo te fue en la reunión? ¿Todo bien?
EL YERNO: Se postergó.
(Pausa.)
GERDA: ¿Tú vas a hacerte cargo de la casa ahora?
EL YERNO: ¡Estás muy alegre esta noche! Es verdad que Fredrik es un compañero muy agradable.
GERDA: Estuvimos jugando a los masones.
EL YERNO: ¡Es un juego muy peligroso!
EL HIJO: En ese caso, jugaremos a la vendetta.
EL YERNO (desagradablemente impresionado): Los noto muy raros. ¿Se puede saber qué les pasa? ¿Acaso tienen algún secreto?
GERDA: ¿Por qué no? Tú también tienes secretos y te los guardas. (Burlona.) ¿O no tienes secretos?
EL YERNO: ¿Qué ha ocurrido? ¿Vino alguien?
EL HIJO: Gerda y yo nos volvimos espiritistas. Recibimos la visita de un fantasma.
EL YERNO: Basta de bromas, o voy a perder la paciencia... Aunque, en honor a la verdad, Gerda, no te sienta mal un poco de alegría. ¡Estás tan tristona de costumbre! (Quiere palmearle la mejilla, pero ella se esquiva.) ¿Tienes miedo de mí?
GERDA: En absoluto. Hay sentimientos que se parecen al miedo y que, sin embargo, son el polo opuesto. Hay gestos que expresan mucho más que las muecas; y hay palabras qué pueden disfrazar lo que ningún gesto y ninguna mueca son capaces de revelar...
(El yerno, estupefacto, tamborilea con los dedos sobre un estante. El hijo se levanta de la mecedora, que sigue meciéndose hasta la entrada de la madre.)
EL HIJO: ¡Paso a nuestra madre que llega con la papilla!
EL YERNO: ¿Pero qué?
(Entra la madre. Al ver que el sillón se balancea se sobresalta.)
LA MADRE: ¿Vienen a comer la papilla?
EL YERNO: No, gracias. Si es de avena, dásela a tus perros. Si es de centeno, puedes hacer una cataplasma y aplicarla sobre tu forúnculo.
LA MADRE: Somos pobres. Debemos hacer economías...
EL YERNO: Nadie es pobre con veinte mil coronas de renta anual.
EL HIJO: Sí, cuando se presta dinero a los malos pagadores.
EL YERNO: ¿Qué significa esto? ¿Está loco este muchacho?
EL HIJO: Tal vez lo estuve.
LA MADRE: ¿Vienen de una vez?
GERDA: Vamos, vamos. ¡Ánimo, señores, voy a ofrecerles un bistec!
LA MADRE: ¿Tú?
GERDA: Sí, yo. ¡En mi casa!
LA MADRE: ¡Con que ésas tenemos!
GERDA (con un ademán hacia la puerta): Señores, sírvanse pasar...
EL YERNO (a la madre): No entiendo nada.
LA MADRE: Aquí hay gato encerrado.
EL YERNO: Así, parece.
GERDA: ¡Sírvanse pasar, señores! Se dirigen hacia la puerta.
LA MADRE (al yerno): ¿Notaste que la mecedora se balanceaba? Su mecedora...
EL YERNO: Eso no lo noté; pero noté otra cosa...

FIN DEL SEGUNDO ACTO

ACTO TERCERO

(Se oye el vals "Al me decía", de Wolf Ferrari Gerda, sentada, lee un libro.)

LA MADRE (entrando): ¿Lo reconoces?
GERDA: ¿El vals? Sí.
LA MADRE: El vals de tu boda. Lo bailé hasta la madrugada.
GERDA: ¿Tú? ... ¿Dónde está Axel?
LA MADRE: ¿Cómo quieres que lo sepa?
GERDA: ¡Ah! ¿Ya se pelearon?
(Pausa.)
LA MADRE: ¿Qué lees, hija?
GERDA: El libro de Cocina. ¿Por qué no indicarán jamás el tiempo de cocción de los platos?
LA MADRE (un poco molesta): Sabes, es tan variable... Depende de los gustos. Unos los prefieren de un modo, otros de otro...
GERDA: No comprendo. Un plato debe servirse cuando está en su punto; sí no se pasa, y no vale nada. El otro día, por ejemplo, empleaste tres horas para preparar una perdiz. En la primera hora, un olor delicioso inundó el departamento. Después reinó silencio en la cocina y finalmente, cuando serviste la perdiz, el perfume y el gusto se habían evaporado. ¿Me lo puedes explicar?
LA MADRE (molesta): Te aseguro que no comprendo.
GERDA: Explícame por qué no había salsa. ¿Adónde fue a parar? ¿Quién se la tomó?
LA MADRE: No comprendo.
GERDA: Es posible, pero yo hice indagaciones por mi cuenta y me enteré de muchas cosas.
LA MADRE (interrumpiendo): Esas cosas también las sé yo y no serás tú quien me las enseñe; en cambio, yo te enseñaré a llevar una casa.
GERDA: Es decir, a utilizar la soya y la pimienta de Cayena, sin duda. Ya sé, ya sé... y a elegir, cuando das una cena, platos que nadie toca para que queden restos por varios días. . . Y a recibir invitados cuando no tienes otra cosa para ofrecerles que un poco de caldo aguado... Sí, ya sé... por eso, a partir de hoy, tomo las riendas de la casa.
LA MADRE (furiosa): ¿Quieres que sea tu criada, verdad? Entra el yerno con un rebenque en la mano.
GERDA: Sí, y yo seré la tuya. De ese modo, nos ayudaremos mutuamente. (Pausa.) Aquí está AxeI.
EL YERNO: ¿Y? ¿Cómo va esa chaise-longue? ¿Se puede dormir en ella?
LA MADRE: A decir verdad...
EL YERNO: ¿Qué? ¿No estás conforme? ¿Te falta algo?
LA MADRE: Empiezo a comprender.
EL YERNO: ¿De veras? ... Vamos al grano: ya que no es posible comer como es debido en esta casa, Gerda y yo hemos decidido tomar nuestras comidas aparte.
LA MADRE: ¿Y yo?
EL YERNO: ¿Tú? Estás gorda como una marrana, no te hace falta gran cosa. Al contrario, te sentirías mucho mejor si adelgazaras un poco... como adelgazamos todos nosotros. Y ahora... ¿Quieres salir un momento, Gerda? (Gerda sale.) Y ahora, vas a encender el fuego.
LA MADRE (temblando de ira): Hay leña en la estufa.
EL YERNO: No, sólo hay unos cuantos trozos. (Pausa.) Vas a ir a buscar leña para llenar la estufa.
LA MADRE (vacilando): ¿Es imprescindible que quememos nuestro dinero?

EL YERNO: No, pero es imprescindible que quememos leña para que la casa esté caliente. ¡Vamos, rápido! (La madre se demora.) ¡Vamos! A la una, a las dos y a las tres...
(Alza el rebenque y lo hace restallar sobre la mesa.)
LA MADRE: Me parece que no queda leña.
EL YERNO: Una de dos: o mientes o robaste el dinero... Hace pocos días que se ha comprado leña.
LA MADRE: ¡Ah, ahora me doy cuenta quién eres!
EL YERNO: (se sienta en la mecedora) Hace mucho tiempo que habrías tenido oportunidad de darte cuenta, si tu edad y tu experiencia no se hubieran impuesto a mi juventud. Vamos, ve a buscar la leña o. . .
(Alza el rebenque. La madre sale y vuelve en seguida trayendo leña.)
EL YERNO: Ahora, vas a encender; pero quiero un buen fuego, no un simulacro de fuego. ¿Me oyes? Uno... dos... tres. . .
LA MADRE: ¡Cómo te pareces al viejo, así, sentado en su sillón!
EL YERNO: ¡Enciende!
LA MADRE (obedece, pero furiosa): Está bien, está bien.
EL YERNO: Y ahora, mientras nosotros cenamos, tú vas a vigilar el fuego.
LA MADRE: Y yo, ¿qué voy a comer?
EL YERNO: la papilla que te preparó Gerda, en la cocina.
LA MADRE: ¡Papilla con leche descremada!
EL YERNO: Es justo, puesto que ya te tomaste la crema.
LA MADRE: En ese caso, prefiero irme.
EL YERNO: Imposible, te encerraré.
LA MADRE (a media voz): Me arrojaré por la ventana.
EL YERNO: Hace mucho tiempo que debiste hacerlo. Habrías salvado cuatro vidas humanas. ¡Vamos, enciende! ... ¡Sopla! ... Eso es... Ahora te quedas aquí hasta que regresemos.
(Sale. La madre inmoviliza la mecedora. Ya a escuchar por la puerta. Retira algunos leños de la estufa y los oculta bajo la chaise-longue. Entra el hijo, ligeramente ebrio,)
LA MADRE (sobresaltándose): ¿Eres tú?
EL HIJO (se sienta en la mecedora): Sí, soy yo.
LA MADRE: ¿Cómo te sientes?
EL HIJO: Mal, creo que estoy perdido.
LA MADRE: ¡Tienes cada ocurrencia! ... No te hamaques así... Mírame: soy casi una anciana y cumplí siempre con mis obligaciones de esposa y de madre. ¡Sí! Me he matado trabajando... ¿No es verdad?
EL HIJO: ¡Claro! El pelícano.... Que, por otra parte, nunca dio sangre a sus hijos; los sabios saben perfectamente que todo eso es una leyenda.
LA MADRE: Si tienes alguna queja de mí, habla.
EL Hijo: Escucha, madre, si no estuviera ebrio no te respondería francamente, porque no tendría la fuerza necesaria para hacerlo. Pero en el estado en que me encuentro, puedo decirte que leí la carta de mi padre, sí, la que robaste y echaste en la estufa.
LA MADRE: ¿Qué carta? ¿De qué me estás hablando?
EL HIJO: ¡Siempre mintiendo! ... Recuerdo la primera vez que me enseñaste a mentir. Apenas sabía hablar... ¿Recuerdas?
LA MADRE: No, no recuerdo... (Pausa.) ¡No te hamaques así!
EL HIJO: ¡Y la primera vez que, para disculparte, me acusaste falsamente! También recuerdo un día de mi infancia... Me había escondido bajo el piano, vino a visitarte una parienta. Durante tres horas no cesaste de contarle mentiras. ¡Y yo me veía obligado, obligado a escucharlas!
LA MADRE: ¡Mientes!
EL HIJO: ¿Sabes por qué soy tan enfermizo? Porque no recibí el pecho materno, sino una mamadera que me metía en la boca una niñera. . . Cuando fui un poco más grande, la niñera tomó la costumbre de llevarme a casa de su hermana, una prostituta, y allí me hacía asistir a espectáculos como ésos que los propietarios de perros brindan, en plena calle, en la primavera y el otoño... Yo tenía cuatro años... Y cuando te contaba lo que veía en aquella casa me tratabas de mentiroso y me pegabas para castigarme por mis mentiras. Sin embargo, decía la verdad... Esa muchacha, alentada por tu aprobación, me inició, a la edad de cinco años, en todos los secretos del vicio. ¡Cinco años! (Contiene un sollozo.) Después, sufrí hambre y frío, como papá, como Gerda... Entonces no sabía, como lo sé hoy, que robabas el dinero para la comida y el dinero para la leña. ¡Mírame pelícano! ¡Mira a Gerda, mira su pecho exiguo! Sabes demasiado bien cómo asesinaste a mi padre; lo llevaste a la desesperación. Claro, eso no está penado por la ley... Sabes mejor aún cómo asesinaste a mi hermana; pero ahora, también ella lo sabe.
LA MADRE: ¡No te hamaques así todo el tiempo! ... ¿Qué sabe?
EL HIJO: Lo que tú sabes y no tengo el valor de decir... (Sollozo contenido.) Ah, es terrible haber confesado todo esto, pero era necesario... ¡Oh! Cuando hayan desaparecido los efectos del alcohol, me saltaré la tapa de los sesos. Por eso continúo bebiendo. Tengo miedo de volver a mi estado normal.
LA MADRE: ¡Sigue! ¡Sigue mintiendo!
EL HIJO: Una vez que papá estaba irritado dijo que no habías aprendido, como todos los niños, primero a hablar, sino a mentir... Que siempre habías descuidado tus obligaciones para entregarte a tus diversiones. Y recuerdo que un día que Gerda estaba gravemente enferma, te fuiste a ver una opereta; todavía suenan en mis oídos tus palabras: "La vida es bastante dura; ¿para qué hacerla más dura todavía?" Recuerdo también los tres meses de verano que pasaste en París, con papá; tres meses de diversiones y locuras que nos costaron tan caro que quedamos cubiertos de deudas... Y mientras Gerda y yo permanecíamos encerrados en este departamento con las dos criadas, un bombero se acostaba con la cocinera en tu propio cuarto; el lecho conyugal a disposición de esa pareja encantadora.
LA MADRE: ¿Por qué no me lo dijiste antes?
EL HIJO: ¡Te lo dije! Pero lo olvidaste, sin duda; como habrás olvidado que recibí una paliza por haber mentido o soplado empleabas una u otra palabra, a elección. Porque en cuanto oías la verdad, afirmabas que era una mentira.
LA MADRE (da vueltas como un animal enjaulado): jamás oí a un hijo hablarle así a su madre.
EL HIJO: Tienes razón; es poco común y absolutamente contrario a las leyes de la naturaleza, no lo niego... Pero esas cosas había que decirlas. . . Estabas como una sonámbula, era imposible despertarte; no podías, pues, cambiar. Papá decía que aun aplicándote el tormento no se lograría jamás que confesaras una falta o una mentira.
LA MADRE: ¡Tu padre! ¡Siempre tu padre! ¿Crees acaso que tu padre no tenía defectos?
EL HIJO: Tenía grandes defectos, pero se comportaba correctamente con su mujer y sus hijos... ¡Oh! Tú tienes aún muchos secretos, secretos que he presentido, adivinado, pero que no quise ahondar... Papá se llevó a la tumba esos secretos...
LA MADRE: ¿Vas a terminar de una vez?
EL HIJO: Voy a terminar pronto y, entretanto, seguiré bebiendo... jamás podré rendir mis exámenes, porque no creo en la justicia. Las leyes fueron hechas por ladrones, por asesinos, para beneficio de los malhechores. Un testimonio sincero no es válido, dos falsos testimonios bastan para establecer una prueba. A las once y media mi causa es justa; a las doce pierdo todos mis derechos. Un error de copia, un margen que falte bastan para enviarme a la cárcel, a mí, que soy inocente. ¡Y si me apiado de un estafador, me entabla juicio por difamación! Siento un desprecio tan profundo por la vida, la humanidad, la sociedad, y por mí mismo, que no quiero seguir haciendo el esfuerzo de vivir...
Se dirige a la puerta.
LA MADRE: ¡No te vayas!
EL HIJO: ¿Te da miedo quedarte sola?
LA MADRE: Tengo los nervios destrozados.
EL HIJO: Una cosa equivale a la otra.
LA MADRE: ¡Esa mecedora me volverá loca! Cuando se sentaba en ella siempre me parecía ver dos hachas, y con esas hachas me cortaba el corazón.
EL HIJO: ¡Como si tuvieras corazón!
LA MADRE: ¡No te vayas! No quiero quedarme aquí. Axel es un crápula.
EL HIJO: También yo lo creí hasta hoy. Pero ahora estaría más dispuesto a creer que fue víctima de tus inclinaciones criminales... Sí, era un pobre muchacho, que cayó en tus redes...
LA MADRE: ¡Qué modo de hablar! ¡Has de andar en muy malas compañías!
EL HIJO: ¿Las tuve buenas alguna vez?
LA MADRE (suplicante): No te vayas.
EL HIJO: ¿Estás despertando, por ventura?
LA MADRE: Sí, ahora me parece que despierto de un sueño, de un larguísimo sueño. ¡Es terrible! ¿Por qué no me despertaron antes?
EL HIJO: Si nadie pudo hacerlo, es porque era imposible... y como era imposible quizás tampoco tú podías hacer nada.
LA MADRE: Repite eso que acabas de decir.
EL HIJO: Sin duda no podías ser otra que la que eres.
LA MADRE (le besa servilmente la mano): ¡Habla, sigue hablando!
EL HIJO: No puedo más... ¡Sí! Quiero pedirte una cosa: no te quedes aquí; tu presencia sólo agrava el mal.
LA MADRE: Tienes razón. Partiré.
EL HIJO: Pobre mamá.
LA MADRE: ¿Tienes lástima de mí?
EL HIJO (sollozando): ¡Claro que sí! ¡Cuántas veces he pensado: es tan mala que da lástima!
LA MADRE: Gracias por esas palabras. Ahora vete, Fredrik.
EL HIJO: ¿No hay remedio?
LA MADRE: No, es irremediable.
EL HIJO: Sí, es irremediable.
(Sale. Pausa. La madre, sola, permanece un largo momento con los brazos cruzados sobre el pecho, luego se dirige a la ventana, la abre y mira al vacío. Retrocedo hasta el centro de la habitación, toma impulso para saltar, pero se domina. En ese instante, se oyen tres golpes en la puerta del fondo.)
LA MADRE: ¿Quién es? (Pausa.) ¿Quién llama? (Cierra la ventana.) ¡Adelante! (La puerta del fondo se abre.) ¿Hay alguien? (Se oye gritar al hijo en la habitación contigua.) ¡Es él, otra vez él, en el tabacal! ¿No ha muerto entonces? ¿Qué hacer? ¿Adónde ir? (Se oculta detrás del escritorio. Vuelve a soplar el viento, los papeles revolotean por la habitación.) ¡Cierra la ventana, Fredrik! (El viento derriba un florero.) Cierra la ventana, me muero de frío. (Pausa.) ¿No ves que se apagó la estufa?
(Prende todas las luces, cierra la puerta que vuelve a abrirse. La mecedora empieza a balancearse. La madre da -vueltas por la habitación y, finalmente, se arroja boca abajo sobre la chaise-longue, Se oye, viniendo de bastidores, el vals “Él Me Decía". Entra Gerda, trae la papilla en una bandeja y la pone sobre la mesita. Luego apaga todas las luces, menos una.)
LA MADRE (incorporándose): ¡No apagues!
GERDA: Tenemos que hacer economías.
LA MADRE: Ya volviste del viaje...
GERDA: Sí, él no se divertía; le faltabas tú.
LA MADRE: ¡Gracias!
GERDA: Te traje tu cena.
LA MADRE: No tengo hambre.
GERDA: Sí, tienes hambre. Pero nunca comes la papilla.
LA MADRE: A veces.
GERDA: No, jamás. Pero hoy la comerás. Porque sonreías con demasiada crueldad cuando nos servías tu inmunda papilla de avena, la misma que le dabas al perro.
LA MADRE: ¡No puedo soportar la leche descremada!
GERDA: Tú misma la descremaste esta mañana Bien puedes conformarte con la crema que le agregaste al café, ¿no? (Le sirve la papilla.) ¡Come! ¡Ahora, delante de mí!
LA MADRE: ¡No puedo!
(Gerda se agacha y recoge los leños ocultos bajo la chaiselongue.)
GERDA: Si no comes, le diré a Axel que robaste leña.
LA MADRE: ¿Axel? ¡Axel, que no podía estar sin mí! Axel no me hará daño. ¿Recuerdas, el día de tu boda, cuando bailaba conmigo aquel vals: "Él me decía"? ¿Cómo era? Sí... Tararea el segundo estribillo, que es ejecutado también entre bastidores.
GERDA: Sería preferible que no evoques ese recuerdo.
LA MADRE: ¡Para mí fueron los versos, para mí las flores más hermosas!
GERDA: ¡Calla!
LA MADRE: ¿Quieres que te recite aquellos versos? "En el Ginnistan... » El Ginnistan es la palabra persa que designa el jardín del Paraíso, donde las graciosas Peris viven de perfumes... Las Perís son genios o hadas... Poseen esta particularidad: que cuantos más años tienen, más jóvenes son.
GERDA.- ¡Santo cielo! ¿No creerás que eres una Peri?
LA MADRE: Claro, lo dice el poema. Y el tío Víctor pidió mi mano. (Pausa.) ¿Qué dirían ustedes dos si volviera a casarme?
GERDA: ¡Pobre mamá! ¿No te das cuenta que todos se burlan de ti? ¿No comprendes, cuando Axel te insulta?
LA MADRE: ¿Axel me insulta? Sin embargo, me parece que es más cortés conmigo que contigo.
GERDA: ¿Aun cuando te amenaza con el rebenque?
LA MADRE: ¿A mí me amenaza? No, querida, cuando alza su rebenque es contra ti.
GERDA: ¡Mamá! ¿Has perdido la razón?
LA MADRE: Esta noche no podía estar sin mí. ¡Siempre tenemos tantas cosas que decirnos! Es el único que me comprende, tú no eres más que una criatura.
GERDA (toma a su madre por los hombros y la sacude): ¡Despierta, por Dios!
LA MADRE: No has madurado todavía y yo soy tu madre; te he alimentado con mi sangre.
GERDA: No, me diste una botella de vidrio y me pusiste en la boca un trozo de goma. Más tarde, no me quedaba otro recurso que ir a robar al aparador; pero allí sólo había pan de centeno, muy duro, que untaba con mostaza para poderlo tragar; y cuando me ardía la garganta, me refrescaba tomando vinagre. ¡La vinagrera y la cesta de pan fueron mi despensa!
LA MADRE: ¡De modo que ya robabas de niña! ¡Qué escándalo! ¿Y no te da vergüenza confesarlo? ¡Pensar que me sacrifiqué por hijos semejantes!
GERDA (llorando): Todo te lo habría perdonado, pero me arrebataste mi vida, y eso no te lo perdono; porque él era mi vida; con él comencé a vivir.
LA MADRE: No es culpa mía -si me prefirió a ti. Sin duda me encontraba más... ¿cómo decirlo? ... más atractiva. Sí, tenía mejor gusto que tu padre, que sólo supo apreciarme el día que tuvo rivales. (Llaman tres veces a la puerta.) ¿Quién llamó?
GERDA: No hables mal de mi padre. No me alcanzará toda mi vida para lamentar el daño que le hice. Pero tendrás que pagarlo, tú que me azuzaste en contra de él. ¿Recuerdas? Cuando era muy pequeña aún, me enseñabas a decirle palabras hirientes que yo ni siquiera comprendía. Papá tenía bastante discernimiento como para no castigarme. Sabía quién había tendido el arco para arrojarle aquellas flechas envenenadas. ¿Recuerdas cuando me obligabas a decirle que necesitaba nuevos libros de clase, y una vez que le arrancábamos el dinero, nos lo repartíamos...? ¿Cómo podré olvidar todo ese pasado? ¿No hay algún brebaje que pueda anular la memoria sin quitar la vida? ¡Si al menos tuviera la fuerza de abandonarla! Pero soy corno Fredrik: impotente, sin voluntad; somos víctimas... tus víctimas... ¡Y tú te has endurecido, no sufres ni por tus propios crímenes!
LA MADRE: ¿Sabes qué infancia tuve?, ¿Puedes imaginar el horror de ese hogar donde me crié, y todo el mal que en él aprendí? Es algo así como una herencia... Pero, ¿a quién se la debemos? A nuestros primeros padres, contestan los libros, y todo hace pensar que sea verdad. No me acuses, pues, y no acusaré a mis padres, quienes podrían, a su vez, acusar a los suyos, y así indefinidamente. Por otra parte, es lo que ocurre en todas las familias, aunque los extraños no lo adviertan.
GERDA: En ese caso, sería mejor morir. Pero si estoy obligada a vivir, entonces prefiero pasar, sorda y ciega, a través de esta miseria con la esperanza de que a esta vida sucederá una vida mejor.
LA MADRE: ¡Qué exagerada eres, Gerda! Con tu primer hijo tendrás otras ideas y otras preocupaciones.
GERDA: No tendré hijos.
LA MADRE: ¿Cómo lo sabes?
GERDA: Me lo dijo el médico.
LA MADRE: Está equivocado.
GERDA: ¡Mientes una vez más! Soy estéril, incompletamente desarrollada, como lo es Fredrik también, y por eso me niego a vivir.
LA MADRE: ¡Qué tonterías!
GERDA: Si tuviera el poder de hacer el mal como quisiera, ya no existirías. ¿Por qué será tan difícil hacer mal?... Cuando alzo la mano sobre ti me parece que la alzo sobre mí misma.
(La música cesa bruscamente, se oye gritar al hijo.)
LA MADRE (exasperada): ¡Otra vez bebido!
GERDA: ¡Pobre Fredrik!
(Entra el hijo, medio borracho.)
EL HIJO: Creo que... que hay humo en la cocina.
LA MADRE: ¿Qué dices?
EL HIJO: Sí, sí, creo... que hay fuego en la cocina.
(La madre corre al fondo, abre la puerta, pero la detiene el humo; se ve un resplandor rojo.)
LA MADRE: ¡Socorro, fuego! Dios mío, ¿cómo salir? ... ¡No quiero quemarme viva, no quiero!
(Da vueltas por la habitación, enloquecida.)
GERDA (abrazando a su hermano): ¡Fredrik, tenemos que huir! ¡Nos alcanzará el fuego!
EL HIJO. (En voz baja): ¡No puedo!
GERDA: ¡Huyamos! ¡No podemos quedarnos aquí!
EL HIJO- ¿Adónde iríamos? No, no puedo.
LA MADRE: ¡Prefiero tirarme _por la ventana!
(Abre la puerta y se precipita al vacío.)
GERDA: ¡Señor, socórrenos!
EL HIJO: ¡No podía hacer otra cosa!
GERDA: El fuego... ¿fuiste tú?
EL HIJO: Sí, era el único recurso, la única solución. ¿Se te ocurre otra?
GERDA: No, todo debe quemarse, para que podamos liberarnos. Tómame en tus brazos, Fredrik, apriétame muy fuerte, hermano querido. Soy feliz, feliz como nunca lo fui. Todo se ilumina. Pobre mamá, que era tan mala, tan mala...
EL HIJO: ¡Hermanita! ¡Pobre mamá! ¿Sientes qué calor agradable? Ya no tengo frío... ¿Oyes ese chisporroteo? Es todo el pasado que se quema, todo el pasado, tan malo, tan feo, tan odioso.
GERDA: ¡Apriétame fuerte, hermano querido! No nos quemaremos nos ahogará el humo. ¿No sientes qué bien huele?
Son las palmeras que se queman. ¡Y la corona de laureles de papá! Ahora es el armario de la ropa blanca... Huele a lavanda... Y ahora son las rosas.... Hermano querido, no temas, pronto todo habrá pasado. Hermano, mi hermanito, no te caigas. ¡Pobre mamá, que era tan mala! Apriétame, apriétame más fuerte, estrújame, como decía papá. . . Siento como si fuera Nochebuena, cuando nos daban permiso para comer en la cocina y mojar el pan en la olla. El único día en que podíamos comer hasta saciarnos, como decía papá... ¿Sientes qué bien huele? Es el aparador que se quema con el té, el café, las especias, la canela, los clavos de olor...
EL HIJO (como en éxtasis): Llegó el verano, el trébol está en flor, van a empezar las vacaciones. ¿Recuerdas cuando íbamos a acariciar el flanco de aquellos hermosos barcos blancos recién pintados que se demoraban para esperarnos? Papá era feliz entonces. Se sentía lleno de vida, como decía. ¡Adiós a los libros de clase! La vida debería ser siempre así, como él decía... ¿Sabes, Gerda? El pelícano era él. Sí, era él, que se despojaba por nosotros. Usaba pantalones arrugados, su cuello de terciopelo estaba raído, mientras que nosotros íbamos vestidos como hijos de príncipes... Date prisa, Gerda, está sonando la sirena del barco. Mamá está sentada en la cabina... no, no está con nosotros, ¡pobre mamá! No está aquí. ¿Se quedó en tierra? No la veo... Sin ella no tiene gracia... ¡Allí viene!... Van a empezar las vacaciones...

(Pausa. La puerta del fondo se abre, se ven resplandores rojos. El hijo y Gerda se desploman sobre el piso.)


TELÓN

Método Fonético-analítico-sintético.

A comienzos del siglo XIX, comienza a considerase que el “sonido” es un buen punto de partida para la enseñanza de la lectura. De esta manera, diferenciando el fonema de la letra se superaba el deletreo a través del método alfabético.

El método fonético comenzaba con el sonido de las vocales y luego, se iban sumando consonantes. Esta ejercitación preparaba al niño para el aprendizaje de la lectura.
Es un método mixto en el que se combina simultáneamente lo sintético con lo analítico. Éste posee tres componentes: el fónico, porque su fundamento está en el estudio del sonido; el analítico porque en el aprendizaje los niños tienen que dividir las oraciones en palabras, las palabras en sílabas y las sílabas en sonidos; y el sintético, porque durante su desarrollo los escolares aprenden a integrar de nuevo las partes hasta llegar a recomponer el todo.
Componentes del método fonético-analítico-sintético.
El componente fónico se refiere al proceso verbal que se desarrolla entre el maestro y el alumno.
Este método se basa en el empleo del plano sonoro del lenguaje y para ello se hace uso de unidades como la oración (nivel sintagmático), la palabra (nivel lexical), la sílaba (unidad ortográfica) y los sonidos (unidad física). Pero ninguna de ellas son realmente unidades fonéticas.
En el método fonético-analítico-sintético-comunicativo se hace necesario distinguir las unidades fono, fonema y grafema, como única alternativa de ser consecuente con el análisis fónico que exige este método.
Los autores de este método fueron:
Blas Pascal el cual recomendó hacer pronunciar a los niños sólo las vocales y los diptongos, pero no las consonantes, que no debe hacérseles pronunciar si no en las diversas combinaciones que tienen con las mismas vocales o diptongos en la sílaba o en la palabra. Y el otro pedagogo fue Juan Amos Comenio quien presentó un abecedario ilustrado que contenía dibujos de personas y animales produciendo sonidos onomatopéyicos.

Como aplicar el método fonético
1. Se enseñan las letras vocales mediante su sonido utilizando láminas con figuras que inicien con la letra estudiada.
2. La lectura se va atendiendo simultáneamente con la escritura.
3. Se enseña cada consonante por su sonido, empleando la ilustración de un animal, objeto, fruta, etc. Cuyo nombre comience con la letra por enseñar, por ejemplo: para enseñar la m, una lámina que contenga una mesa; o de algo que produzca el sonido onomatopéyico de la m, el de una cabra mugiendo m... m... etc.
4. Cuando las consonantes no se pueden pronunciar solas como; c, ch, j, k, ñ, p, q, w, x, y, etc., se enseñan en sílabas combinadas con una vocal, ejemplo: chino, con la figura de un chino.
5. Cada consonante aprendida se va combinando con las cinco vocales, formando sílabas directas; ma, me, mi, mo, mu, etc.
6. Luego se combinan las sílabas conocidas para construir palabras: ejemplo: mamá, ama memo, etc.
7. Al contar con varias palabras, se construyen oraciones ejemplo: Mi mamá me ama.
8. Después de las sílabas directas se enseñan las inversas y oportunamente, las mixtas, las complejas, los diptongos y triptongos.
9. Con el ejercicio se perfecciona la lectura mecánica, luego la expresiva, atendiéndolos signos y posteriormente se atiende la comprensión.


Ventajas del método
1. Es más sencillo y racional que el método alfabético, evitando el deletreo.
2. Se adapta con facilidad al castellano por ser éste un idioma fonético, la escritura y la pronunciación son similares, se lee tal como esta escrito.
3. Como el enlace de los sonidos es más fácil y rápido, el alumno lee con mayor facilidad.
4. Se aumenta el tiempo disponible para orientarlo a la comprensión del lo leído.

Desventajas del método
1. Por ir de las partes al todo es sintético y por consiguiente está contra los procesos mentales del aprendizaje.
2. Por ir de lo desconocido (el sonido) a lo conocido (la palabra), está contra los principios didácticos.
3. Por atender los sonidos, las sílabas y el desciframiento de las palabras descuida la comprensión.
4. La repetición de los sonidos para analizar los vuelve el proceso mecánico restando con ello el valor al gusto por la lectura.
5. requiere que el profesor domine el método y prepare material de apoyo, como láminas que posean imágenes que refuercen el aprendizaje del fonema.

Es el mejor método de los denominados sintéticos dado que en el idioma Castellano la mayoría de los fonemas solamente poseen un sonido, se exceptúan los fonemas: c, g, h, q, x, y, w, éste método se presta más para la enseñanza de la lectura.

Resumen de la Obra " El Pelícano".


JOHAN AUGUST STRINDBERG.

Strindberg nació en Estocolmo, el 22 de enero de 1849 y falleció el 14 de mayo de 1912. Fue un escritor y dramaturgo sueco. Considerado como uno de los escritores más importantes de Suecia y reconocido en el mundo, principalmente, por sus obras de teatro; se le considera el renovador del teatro sueco y precursor o antecedente del teatro de la crueldad y teatro del absurdo. Su carrera literaria comienza a los veinte años de edad y su extensa y polifacética producción ha sido recogida en más de setenta volúmenes que incluyen todos los géneros literarios. Esta peculiaridad dotó a su obra de una especial fuerza y dramatismo. Sintiéndose atacado y perseguido por el movimiento feminista, su feminismo de juventud pronto se transformó en misoginia. Protagonizó fuertes polémicas éticas y políticas. A su muerte fue reconocido como un ídolo nacional, asistiendo a su entierro más de 50.000 personas.




RESEÑA DE LA OBRA.
El padre de familia ha muerto y el velatorio se ha hecho en la casa.
Su hija, Gerda, se ha casado con Axel, en una boda con la que su padre no estaba de acuerdo. En el poema nupcial, Axel compara a su suegra, con el pelícano, un ave que da su propia sangre para alimentar a sus hijos. Elise, la suegra, está encantada con Axel, que se ha casado con Gerda pensando en la herencia que ésta recibirá del padre. Pero el dinero, sin embargo nunca aparece. El hijo, Fredrik, también necesita el dinero para terminar sus estudios y dar los exámenes. Mientras Axel y su Suegra buscaban el posible dinero escondido, ella descubre una carta de su difunto marido destinada a Fredrik, en la cual acusa a la madre de mentir y robar el dinero destinado a la casa y a los hijos. La mujer esconde la carta en la estufa, pero sin embargo Fredrik y Gerda la encuentran...y descubren toda la verdad.









RESUMEN DE CADA ACTO.

ACTO PRIMERO.
Se encuentra la Madre con Margret, la empleada en un salón de la casa después del velatorio de su fallecido esposo, era una noche muy fría con viento y lluvia, luego se oye una melodía, era su hijo Frederik que tocaba el piano, luego Margret comienza a increpar a la Madre sobre la alimentación que ha dado a sus hijos, por lo que son débiles y no bien desarrollados debido a esto, la madre no reconoce los errores cometidos y se escusa siempre en que el dinero no era suficiente. Margret amenaza con irse de la casa, pues su tarea en aquella casa terminó, ya que Gerda, la hija, se ha casado, a esto la madre responde irónicamente que lo único que quiere es liberarse de ella. Luego entra Frederik tiritando de frío y con hambre, le pregunta a su madre si enciende la estufa y ella le dice que no, para no botar el dinero. Frederik le consulta si sabe algo sobre el inventario del testamento de su padre, la madre se enoja, porque ha pasado muy poco tiempo de la muerte su marido. El solamente está interesado en saber de los bienes que poseía el difunto, ya que necesita dinero para dar los exámenes para terminar sus estudios, pero ella lo acusa de estar ebrio, porque el joven le dice que muchas cosas cambiarán desde ahora, y que el solo bebía para calmar el hambre y el frío que sentía, y le hace reproches sobre la mala alimentación que ha tenido. También le dice que se ha dado cuenta de las diferencias que hace con su yerno y que para él éste hombre no es una grata persona, luego se va. Luego de que se va el hijo llega el Yerno, la mujer lo saluda afectuosamente, la madre sorprendida por el pronto regreso de la luna de miel, pero el responde que su mujer, Gerda, estaba muy celosa de todas las mujeres del hotel y que la extrañaba muchísimo, la madre le pregunta qué le pareció la boda, y el le pregunta qué le pareció el poema que le dedicó, luego mantienen una muy amorosa conversación, en la que se daba a demostrar que entre ellos existía una relación más que entre yerno y suegra. El Yerno le pregunta cómo va el asunto del dinero, ella responde que ha revisado casi todo, sólo faltaba buscar los cajones secretos para revisarlos, luego cerraron con llaves para que nadie se enterara y comenzaron juntos a revisar todo, encontraron una carta en la que el difunto le contaba a Frederik todo lo que su madre había hecho, de repente escucharon unos pasos, era Gerda que se asomaba a la pieza y forcejea la puerta y Gerda tristemente pregunta que porqué estaban encerrados y la madre cambia definitivamente el tema preguntando sobre la luna de miel. El yerno dice que ahora vivirán los tres juntos, luego a solas el yerno le pregunta a su suegra qué dice el sobre si es o no el testamento y la madre le contesta que no que era una carta para su hijo Frederik en la que la acusa de su muerte, ella quiere que su yerno la saque de la casa y el le contesta que se casó con su hija sólo por la herencia, pero ahora que no tenían nada seguiría con su plan de obtener algo por lo menos, según su nuevo plan todos tendrían que poner de su parte para vivir en paz, incluso la madre, pero el yerno y la suegra se quitan las máscaras y comienzan a discutir.

ACTO SEGUNDO.
Gerda en silencio está sentada frente al escritorio, cuando entra su hermano Frederik, se sienta junto a ella y comienzan a conversar, ella le dice ella le dice hermano nosotros nunca conversamos, él le responde: claro si siempre apoyabas a mi madre y yo a mi padre nuestro padre siempre te quiso y Gerda le dice entonces porqué tantas veces quiso romper su noviazgo, Frederik le dice que su padre siempre quiso lo mejor y veía que ese hombre que estaba a tu lado no era para ella. Luego é le pregunta porqué su marido la dejó sola la primera noche que pasan en casa y ella le dice que fue a una reunión, él le dice haberlo visto en el restaurante, Frederik pregunta porque acortaron el viaje y ella llorando responde porque el extrañaba a mamá, sabiendo todo lo que pasa siento que no soy capaz de asumir la realidad de ver como es mamá, todavía sigo durmiendo, se que despertaré pero quiero que sea lo mas tarde posible, luego ella le pide al hermano que prenda la estufa porque hace mucho frío, Frederik va a encender la estufa ve que la madre había dejado unas leñas ahí y encuentra una carta toda arrugada. Pero ella le dice que mejor se siente nuevamente a conversar con ella y le pregunta si sabe porqué papá odiaba tanto a mamá y el responde que Axel vino a quitarle su esposa y su hija y el se sentía relegado y no podía soportarlo, luego comienzan a recordar algunos episodios como cuando sus padres celebraron las bodas de plata, la separación, etc., pero concluían que todo era una farsa porque se llevaban mal como pareja. Luego Gerda le dice que tiene frío y que prenda la estufa y Frederik va toma el papel y se da cuenta que hay algo escrito en él, cuando lo empieza a leer queda impactado con lo que dice era una carta dirigida a el contándole la verdad de lo que pasaba entre él, su madre y Axel, su hermana le pregunta que pasa y el le cuenta lo que decía en la carta que la madre se robaba el dinero de la comida y que era la amante de tu marido. En eso entra Axel y ellos simulan como si nada hubiese pasado, Gerda los invita a comer, pero siempre hablándole irónicamente a él y a su madre.

ACTO TERCERO.
Gerda sentada escuchando el vals de su boda y leyendo un libro un libro de cocina, aparece su madre y le pregunta si recuerda aquel tema, si le dice ella, Gerda hace algunas preguntas sobre cocina a su madre, luego le empieza a reprochar que siempre se comía los mejores platos y a ella y a Frederik sólo les daba las sopas aguadas, en ese momento aparece el yerno y le dice que de hoy en adelante él y Gerda comerán aparte y la madre dice y yo? y el yerno le dice que ella esta muy gorda así es que no importa si no come y la manda a prender la estufa y la madre le dice que no queda leña, el yerno le dice que hace pocos días se compró leña, así que la obliga a la estufa mientras ella enciende el fuego ellos van ir a cenar, pero ella sólo comerá papilla, entonces si me dan papilla prefiero irme de la casa, entonces el yerno le dice te voy a encerrar, y la madre amenaza con arrojarse por la ventana y el yerno le responde hace tiempo deberías haber hecho eso, en ese momento interrumpe el hijo y se sienta en la mecedora y ella le pregunta como esta y el hijo le responde mal, la madre le dice que siempre cumplió con las obligaciones de madre, y el hijo le responde claro como el pelicano y todos sabemos que eso es una leyenda ella le dice que si tiene alguna queja se la diga, y el hijo le dice que está muy ebrio y puede decir cualquier cosa y le dice que leyó la carta de su padre, y ella le pregunta de qué carta me hablas?, siempre estas mintiendo, el hijo le empieza a reprochar sobre su infancia cuando le enseñó a mentir, y por ser tan enfermizo, le dice… “nunca me diste pecho materno, porque nunca me cuidaste y siempre que te contaba algo me tratabas de mentiroso sufrí hambre y frió como mi papá y Gerda porque tu robabas el dinero, mataste a mi padre y lo llevaste a la desesperación por eso sigo tomando y no quiero volver a la realidad…”nunca te preocupaste de nosotros, cuando te ibas de vacaciones Gerda y yo permanecíamos encerrados en este departamento”, la madre dice nunca haber escuchado que un hijo se refiera así a su madre, pero él dice que se lo tenía que decir, la madre le dice su padre nunca fue un santo y él le dice que su padre cumplió con sus obligaciones con su esposo y con ellos como padre. Luego se despide y se retira, la madre le pide que no la deje sola, porque recién se está dando cuenta de todo el daño que les causó, pero Frederik se va y le dice que siente lástima por ella. Luego entra Gerda con la papilla para su madre, pero la madre no se la quiere comer y Gerda la amenaza con decirle a Axel que ella es la que ha robado la leña, y la madre responde que Axel jamás le haría daño y la hija le dice Axel la y la trata mal, que no la quiere, pero la madre no entiende luego Gerda le dice que le habría perdonado todo lo que le hizo, pero ella le arrebató la vida, y la madre se escusa en que ella no tiene la culpa de que él la prefiriera que tuvo una mala infancia por eso es de esa manera, la hija le dice que prefiere morir y la madre le dice no digas eso porque cuando tenga su primer hijo no hablara así, luego Gerda le dice que es estéril gracias a la mala alimentación que le dio, nunca podrá tener hijos, luego entra el Frederik medio borracho, diciendo que hay humo en la cocina y la madre empieza a gritar socorro, socorro fuego! Huyamos y dijo que prefería tirarse por la ventana, abrió la puerta y se lanzó al vacío. Gerda abrazo a su hermano lo aprieta muy fuerte y le dice que huyan y el le dice que no, pues no tienen donde ir. Ella le pregunta si él inició el fuego y él le contesta…”si, no encontré otra solución a esto” tienes razón dice la hermana esto debe quemarse todo y en eso comienzan a recordar algunos pasajes felices en su vida junto a su padre y entran como en éxtasis por el humo del fuego y se desploman sobre el piso.

IDENTIFICACIÓN DE LAS FUERZAS PROTAGÓNICAS Y ANTAGÓNICAS.

PROTAGONISTA: la madre

ANTAGONISTA: Frederik.

OBJETIVO DEL PROTAGONISTA.
Quedarse con toda la supuesta fortuna del difunto marido, y quedarse con el marido de la hija.
IDEA CENTRAL.
La ambición de la madre, los malos cuidados que siempre dio a sus hijos, los hijos queriendo descubrir la verdad y desenmascarar la frialdad de la madre.



UNIDADES DE TIEMPO Y ESPACIO. (Describir los distintos cuadros)

ACTO PRIMERO: Un salón. En el fondo una puerta que da al comedor. Formando ochava, a la derecha, un ventanal que da a un balcón, Un secreter, un escritorio pequeño, una chaise- longue tapizada en pana roja, una mecedora.
Entra la madre, vestida de luto. Se deja caer en el sillón y, de cuando en cuando, escucha con inquietud. Se oye tocar en el piano la Fantasía Impromptu, Opus 66, de Chopin. Margret, la cocinera, entre por la puerta del fondo.
ACTO SEGUNDO: Se oye "La Berceuse de Jocelyn” de Godard, Gerda está sentada frente al escritorio. Largo silencio. Entra Frederik, los dos sentados se ponen a conversar, luego va a encender la estufa, una mesita, en la que Frederick deja la carta que encuentra, se deja caer en una silla, guarda la carta en su bolsillo y junto a Gerda lloran. Luego cuando llega Axel, los dos actúan como si nada hubiese pasado.
ACTO TERCERO: Se oye el vals "Al me decía", de Wolf Ferrari, Gerda sentada, lee un libro de cocina, llega la madre empiezan a conversar, luego llega Frederik comienzan los reproches hacia la madre, la deja sola cierra la ventana y se abre la puerta del fondo se oye gritar al hijo en la otra pieza, empieza a soplar el viento y los papeles vuelan dentro de la pieza , se desploma un florero, y la madre le dice a Frederik cierra la ventana por favor, no ves que se apago la estufa, ella pende toda las luces y cierra la puerta que vuelve abrirse, la mecedora empieza balancearse, la madre da vueltas por la habitación y finalmente se echa boca abajo sobre la chaise- longue, se oye, viniendo de bastidores, el vals “el me decía”. Entra Gerda, trae la papilla en una bandeja, y luego apaga toda las luces menos una, que la madre pide no apagar, la hija le dice debemos economizar, al final el hijo provoca un incendio en la cocina y la puerta del fondo se abre, la madre abre la ventana y se lanza al vacío, se ven resplandores rojos, el hijo y Gerda se desploman sobre el piso.
DESCRIPCION DE LAS SIGUIENTES PARTES DE LA OBRA:

EXPOSICIÓN INICIAL: la madre de Frederik y Gerda enviudece, luego aparece Margret la empleada hablando sobre el mal olor que había en la casa, luego empieza el conflicto entre la madre y Margret sobre la mala alimentación de sus hijos.
CONFLICTO: para la madre y Axel descubrir el testamento del difunto, y para los jóvenes desenmascarar a su madre y descubrir la verdad.
DESENLACE: Todo sale a la luz gracias al hallazgo de la carta que el padre dejó a Frederik, y la muerte de los tres personajes principales de la obra.


PERSONAJES (Características básicas).

La Madre: una mujer egoísta, que sólo se preocupaba de su propio beneficio, no cuidaba a su hijos, mentirosa, ladrona, tenía una relación con el esposo de su hija le arrebatándole todos sus sueños, como el poder tener hijos por la mala alimentación que les dio, era una mujer gorda, y un poco envejecida, de buena situación económica.

Frederik: Estudiante de derecho, bebía alcohol para olvidar sus carencias, no tenía una buena salud, producto de la mala alimentación que le daba la madre, de buena situación económica, pero sin gozar de ello gracias a la madre.

Gerda: tiene 20 años, muy poco desarrollada debido a la mala alimentación que le dio la madre, inocente, y muy confiada, no quería ver la realidad que la rodeaba, al igual que su hermano no podía gozar de la buena situación económica de su familia.

Axel: Era teniente y renunció a su uniforme para casarse con Gerga, por el interés a la supuesta fortuna, amante de la madre, ambicioso, estafador, de mal carácter.

Margret: Cocinera, buena persona se cuidaba de Gerda y Frederik, increpó a la madre por los malos cuidados que dio siempre a sus hijos.